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Uruapan fue un asentamiento de origen precortesiano, antes de su fundación hispana realizada por Fray Juan de San Miguel

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Los antecedentes del Uruapan precortesiano se demuestran en varios documentos históricos que permiten confirmar que el sitio donde actualmente se encuentra situado, fue lugar significativo para la vía comunicación de la sede del imperio tarasco, con los poblados de la costa y meseta purépechas.
Al mismo tiempo, existe la certeza de que en el Período Clásico de Mesoamérica, antecedente al surgimiento del Señorío Tarasco, en esta región michoacana se llevó a cabo el uso y aplicación de la cerámica decorada con embutidos de la técnica que tradicionalmente se conoce en Uruapan como maque, por lo que es de suponer que dicha cerámica era elaborada también en la pequeña población de Uruapan. Asociado a que al parecer el poblado estuvo habitado mucho antes de que los tarascos fueran los conquistadores de la antigua provincia de “Mechoacán”.
Respecto a estas líneas, reviste importancia el valioso documento llamado “Relación de Michoacán” que confirma la existencia del edén michoacano en algunos de sus párrafos.
Sobre Uruapan precortesiano el documento citado asevera que hacia el año de 1400 d.C., poco antes de que el pueblo se integrara al Señorío Tarasco de la Triple Alianza (Pátzcuaro, Ihuatzio y Tzintzuntzan) ya era habitado por varias chozas alrededor de su núcleo poblacional.
Igualmente, la obra anota que Caromaco, señor de Tzacapu, uno de los centros políticos y religiosos más relevantes de los Purépecha, se casó con Quemonen, cacica nativa y gobernante del grupo establecido en Uruapan.
Este suceso ocurrió cuando gobernaba la Triple Alianza. Inclusive la “Relación de Michoacán” señala de manera muy precisa, que “el Calzonci (Soberano del Imperio) había ido a un pueblo llamado Uruapan, ya establecido y gobernado por un cacique”.
De lo anterior, se determina que el lugar que encontró habitado el Calzonci fue parte del actual barrio de la Magdalena (hoy ubicado al sureste de la ciudad) donde estaba localizado el caserío del Uruapan precortesiano.
En suma, la anexión de Uruapan al señorío del Lago de Pátzcuaro, y con esto al Imperio Purépecha, se efectuó alrededor del año 1,400 d. C., cuando Hiquíngare, hijo del Emperador Tariácuri, con sus primos, Hiripan y Tanganxoan I, acuerdan y confían a sus aliados el territorio de Uruapan, Paracho y varios pueblos de la Sierra Purémbe.


Ya como parte del imperio, el asentamiento de Uruapan fue un “Centro de Segundo Orden” fortificado por el señorío, y lugar de supervisión y control de la zona, primordialmente para la zona de la tierra caliente, ya que desde entonces el comercio e industria de productos artesanales, principalmente los de cobre eran muy solicitados.
Al dividirse el reino en triunvirato, Uruapan se adhiere al gobierno purépecha, formando parte del “Poniente de las Cuatro Partes del Mundo” que concebían los purépechas y cumple con los tributos al soberano a quien le llevan pieles de animales, tejidos, jícaras, las mejores frutas, bateas, maderas, piezas de cobre, agujas, bezotes, cascabeles, figurillas, máscaras, orejeras, punzones, tubos, vasijas, adornos metálicos, collares, anillos y brazaletes.
Un interesante pasaje situado en la página 114 de la “Relación de Michoacán” (Morelia, Ed. Fimax, 1979.), sobre la ideología y política patriarcal de Tariácuri, soberano del señorío, y que se refiere al gobierno del antiguo Uruapan explica que el emperador advirtió a sus sobrinos que ningún cacique de otro pueblo podrá ser rey, ni tampoco las mujeres. Da el ejemplo de Caromaco, cacica de Uruapan expresando:
“Ella manda en el pueblo, pero ¿dónde se usa que las viejas o mujeres hayan traído leña para las cues (templos sagrados) que es oficio de varones?, ¿Dónde se usa que las viejas participen en las guerras?”.
Por lo que se refiere a la explotación de minas en la región de Uruapan, ésta ya era una costumbre de antaño, como el mismo Don Vasco de Quiroga lo constatara cuando arribó a estas tierras.
En sus informes “Tata Vasco” exterioriza que a su llegada existían minas en Turicato, Tacámbaro, Tepalcatepec, Guayameo y Uruapan. En esta última zona afirma que predominaba el comercio, bajo el control estatal, que enlazaba con regiones lejanas y traficaba productos provenientes de otras partes tales como Colima y Tierra Caliente, comparadas a las del “Pochtecah” mexica.
En otro orden de ideas, el poderío tarasco se formó por sus conquistas ejercidas en los pequeños grupos de los numerosos señoríos existentes en Michoacán y sus alrededores, y El señorío determinó que hubiera en cada pueblo un cacique, con su gente y sus dioses.
De los 340 pueblos conquistados por los purépechas sólo diez fueron fundados por este gobierno, lo que reafirma que mucho antes de que Uruapan estuviera sujeto al reino tarasco -llamado así posteriormente por los españoles- se trataba de un asentamiento poblado por un grupo de nativos de alrededor de mil almas que vivían en chozas y se dedicaban a la siembra y recolección; así como a las manualidades, y muy seguramente también a la explotación de las minas que se trabajaban en la región.
Por otro lado, no cabe la menor duda de que aprovechando de las tecnologías y herramientas que hoy se disponen en materia de exploración arqueológica, poco a poco se vendrán descubriendo más noticias sobre el antiguo Uruapan, hoy al menos se cuenta con varios códices y lienzos muy interesantes que permiten un mejor acercamiento de la vida y sucesos tarascos, y algunos de estos sobre el antiguo Uruapan.
De esta forma, se encuentran los Códices de Carapan I, Carapan II, El Códice Plancarte y los Lienzos de Jucutacato (llamado también Lienzo de Jicalán-Jucutacato), Pátzcuaro, Nahuatzen, Pauácuaro y el de Sevina.
Sin duda alguna, el más estudiado de los citados es el “Lienzo de Jucutacato”, documento pictográfico, que físicamente representa un tejido muy fino de algodón, que mide 2.63 m de largo por 2.03 de ancho. Fue elaborado ya durante la época colonial, entre 1530 y 1540, se conserva en la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, en la ciudad de México. Y en Uruapan hay una réplica en la Casa de la Cultura.
En general, el telar relata la llegada a Michoacán de un pequeño grupo que venía de un lugar llamado Chalchiltlapazco, Veracruz; en las costas del Golfo de México. Sobre este tema, el nicolaita Corona Núnez habla de Tlacolocalca-Toltecas, que llegaron a Veracruz y se dirigieron rumbo al estado tarasco. A su vez, el historiador Jiménez Moreno, opina que el telar contiene la historia de artífices nonalca-teotlixca que salieron de Veracruz. En lo demás, ambos coinciden que de ahí, pasaron por el litoral, entrando a México, llegaron a Zitácuaro; penetrando hasta radicarse muy posiblemente en Uruapan, parte central del testimonio pictográfico, lugar de estación y descanso de los emigrantes.
Existen algunas versiones respecto al valor histórico del telar. Uno se encuentra relacionado con el establecimiento del señorío tarasco en estas tierras, con la teoría de que el grupo proveniente del Golfo, son los que originalmente llegaron por primera vez a Michoacán, en la época clásica de Mesoamérica estableciendo la civilización tarasca, argumento muy poco creíble entre los historiadores.
Otra versión y la más aceptada por los descriptores del lienzo -entre ellos el Dr. Nicolás León- aseguran que se trata de una peregrinación de una tribu (chichimeca) que va del valle de México y de ahí a las cercanías de Uruapan, hasta establecerse en Xiuhquillan, de donde salieron cuatro expediciones o movimientos migratorios; tres en busca de minas; uno se dirigía hacia la región de Coalcomán y los otros dos hacia la zona cuitlateca del actual estado de Guerrero; mientras que la última iba directamente hacia el señorío de Pátzcuaro.
Por lo anterior, el telar de Jucutacato, respalda lo señalado antes sobre el origen precortesiano de antiguo pueblo de Uruapan, reafirmando de esta manera que fue uno de tantos pequeños poblados existentes antes de la llegada de los españoles a tierra firme. Para luego llevarse a cabo la fundación hispana situada alrededor de 1533, emprendida por el franciscano Fray Juan de San Miguel, ya en los primeros años de la época colonial, pero esa es otra historia.

Sergio Ramos Chávez, Cronista de la ciudad de Uruapan.

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