CDMX.- Y ahora se nos va Isela Vega. Obviamente, estoy muy chico para haber visto sus candentes cintas en el estreno, pero de una si tengo recuerdo especial: La Viuda Negra, que vi por finales de 1983 o inicios de 1984 en el Cine Regis con mi cuate Rafael Cota, quien después dejaría la preparatoria de la Universidad Latinoamericana por el excrementicio bullying al que fue sometido. Pero el sábado en que vimos esta cinta de Arturo Ripstein nos la pasamos muy bien.
Quién diría que dos años después ya no volvería a ver a Rafael y el Regis caería hecho añicos por el feroz sismo que nos despertó del sueño de los 80.
Pero Isela Vega realmente no se despide: seguirá siendo el súcubo que se alimente de la libido de esos hombres castos que vieron un esbozo de ella hace décadas en algunas de sus transgresoras cintas y para quien estará siempre en su mente.
Salvador Quiauhtlazollin.
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