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Relatos insólitos de un músico, José Luis Raya Cortés

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Se dice que la persona que toca música tiene un don que es el de tocar las almas de los vivos y por ahí de repente los que aún creen estarlo. Les relataré algunas historias de mi padre y precisamente ha sido cuando la música acompaña quién acompaña en su andar de estas.

Caserío de ladrones:
Cuenta mi papá una historia que le sucedió cuando el tenía 10 años, para ser exactos en el año 1960. Tenían muy poco de haber llegado al Barrio de la Magdalena, para esos años en su cuadra aún no tenían luz eléctrica, los alimentos se cocinaban en el bracero donde se colocaba carbón, para da luz en los hogares las velas eran indispensables.
El abuelo Abel tuvo que viajar a la ciudad de méxico dejando a mi papá de encargo cuidar los puercos porque se decía que los ladrones salían a robar por las noches los animales del chiquero. Varios vecinos de la magdalena les habían robado por las noches. Mientras cuidaba los animales se puso con un soplador en el bracero para que el fuego permitiese a la abuela planchar la ropa ajena ya que de ahí podían sacar unos centavos.
Eran pasadas de las 23 hrs cuando él cerrando los ojos soñaba que tocaba la guitarra, al abrir los ojos su corazón comenzó a latir más fuerte; mi abuela le dijo “ve a ver a los animales porque están alborotados”, su perro el dorado aullaba. Miró al cielo y ahí vio una enorme ave volando era de fuego, tenía ojos de cristal, adelante de ella corrían unos señores que llevaban en sus manos unas gallinas. Era don Chava el de la fruta y el señor Francisco. Mi papá se agachó junto con mi abuela y su perro para protegerse abrazados los dos y rezando el padre nuestro fue cuando cayo una pluma dorada.
Nunca más se supo nada de don francisco y don chava, se rumoraba que se habían aventado al rio para protegerse, otros que el ave se los llevo. Lo cierto es que nunca más volvieron a robar a la gente….
El niño y el perro: Un día mi papá que es músico fue a llevar una serenata en la Colonia Rosa de Castilla de la ciudad de Uruapan, generalmente estas siempre son después de la media noche, pero ese día la gente entro en ambiente y terminaron de tocar siendo las 3:00 am.
Mientras sus compañeros iban por el carro mi papá se quedo cuidando los instrumentos , en la calle solo alumbraba la luz de la luna llena y en las casas se podía ver las luces de la navidad. Se quedó sintiendo el frío en ese invierno y mientras se colocaba una chamarra vio a lo lejos a un niño de unos 9 años que corría con su perro pastor alemán, además usaban solo una camisa blanca de manga corta y un short azul.
El frío era insoportable pero no pudo evitar decirle al niño ven y el niño se acercó con su perro, sus ojos eran muy negros, su cabello corto, tenía unos raspones y fue ahí que le puso su chamarra y le dijo “niño qué haces tan noche en la calle?, ¿ dónde vives? ¿ Cómo te llamas?”, el niño dijo “me llamo Paco y es que mi perro se salió de la casa, vine por el, así que mi papá lo acompaño a su casa, espero a que se metiera”.
Pasando dos semanas mi papá regresó a la colonia Rosa de Castilla y fue a la casa donde el niño aquella noche se había metido junto con su perro, tocó la puerta varias veces y apareció un hombre de edad avanzada, mi papá le preguntó por el niño Paco, el señor escuchó a mi papá y le dijo tome asiento, se acercó a mi papá y le mostró una foto de paco con su perro, era su hijo quién había muerto hacía 20 años, un carro los atropello mientras jugaba con su perro. ¡Ese día supo mi papá que le había dado cobijo!
Las minas de inguaran: En cierta ocasión mi papá y sus compañeros músicos fueron a una boda en la Huacana Michoacán, duró varias horas y la celebración entre los invitados y la fiesta no terminaba, así era como se acostumbraba por allá , hasta pensaron que se quedarían por varios días más, pero no fue así.
Ya siendo de madrugada regresaban a Uruapan en la troca de don Agapito y fue ahí justo al pasar un puente que tronó la llanta. A esas horas de la noche y sin saber dónde podrían arreglar la llanta sus compañeros tuvieron que ir a buscar algún sitio donde parchar la llanta. Esté puente estaba cerca de las minas de inguaran,
Mi papá se quedó a esperar a sus compañeros así que decidió escuchar la noche, había cierto misterio en el puente, se podía sentir un poco de tristeza y no sabía de dónde vendría , de repente sintió un escalofrío en todo su cuerpo, estaba solo y sus compañeros no regresaban.
Fue ahí donde apareció un hombre su vestimenta era de otra época, traía un casco y le dijo “señor tendrá un poco de agua que me regale, tengo mucha sed, he trabajado muchas horas en la mina”, mi papá sacó un bote de agua, el minero inmediatamente se devoró el líquido, le dijo “mi papá si que tenías mucha sed; y los dos se rieron, ahí sacó su guitarra y comenzó a tocar unas melodías, fue cuando el minero le dijo, así cantaron juntos caminos de Michoacán y unas de Pedro infante . Terminando de tocar llegaron sus compañeros con la llanta y al dar la vuelta el minero había desaparecido. Encendieron la troca y ahí le contaron que debajo de ese puente hubo mucha gente que perdió la vida así como mineros. Aquél hombre era un alma que pedía agua.

Texto, Lasi Libertad Raya López

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