En 1940 la población municipal de Zacapu era de 16,501 habitantes, de los cuáles 6, 169 vivían en la cabecera municipal, o sea, en la pequeña ciudad de Zacapu; dos décadas después, el municipio registraba 38, 812 pobladores de los cuales 24, 770 eran radicados en el pueblo; para 1975 se tenían no menos de 34 mil habitantes, pues se estimaba que hacia 1980 habría más de 43 mil habitantes.
En tal medida, a principios de los 70´s del siglo anterior en materia de desarrollo urbano, las calles eran prácticamente rectas y tenían sus nombres, las avenidas configuraban seis zonas y el 70 % de las vías públicas estaban pavimentadas y tenían banquetas.
Entre las avenidas Francisco I. Madero Sur y Morelos, se hallaba la zona administrativa y la mayor en cuanto al mundo comercial. Había alrededor de 8,500 viviendas, siendo más de la mitad de adobe, de ladrillo un 40 %, y de madera un 5 %. Toda la población estaba electrificada. El alcantarillado estaba en un 75 %. Prestaban servicio 7 hoteles, e igualmente disponían de servicios como telégrafos y teléfonos.
Agregar que hace alrededor de 50 años, durante los años 70´s del siglo anterior, la vida comercial y productiva de este pueblo estaba en vías de crecimiento: quienes deseaban comprar abarrotes lo podían hacer en abarrotes “Tovar”, en la Conasupo, “El Buen Precio”, “La Española”, “La Madrileña”, “Las Brisas”, y otras que se me escapa su nombre.
Las carnicerías de mejor calidad eran la de Antonio Martínez y Neftalí Soto, así como “La Flor de Mayo”. De las contadas dulcerías estaba la dulcería “El paraíso”. La mejor fruta sin duda con los López, en el mercado municipal o con don Manuel Vargas Canales. Funcionaba muy bien una fábrica de hielo, la de Magdalena Sanhua.
Estaba el café “Chón”, el “Moka” y el “Inde”; el restaurante “Mónaco” y el “Copacabana”; en vinos, “Velasco”. Para lucir con la sociedad, ofrecía sus servicios el salón de belleza “Moda al Día”. En peluquería “El Dandy”. En cuanto a los sitios de taxis, había los de “Lázaro Cárdenas”, “Hidalgo”, “Morelos” y “Ocampo”.
En artículos para el hogar uno podía ir a la moda, en la mueblería “Diana”, “Proveedora del Hogar” y su competencia “La Vanguardia del Hogar”. Las familias solían comprar mucho en las mueblerías “Comercial Vega”, “Loren”, “Suárez”, “Zacapu” y “El Hogar Moderno”. Para ricas paletas, nieves y helados en la “Regia” y los sabrosos los panes, los encontraban en la panadería “Reforma”. Uno cuando tenía algo de sobra, compraba Lp´s en la discoteca “Electrodisco”. En relojes, se ubicaba el “Centro Relojero”.
Las farmacias más surtidas y de buen precio eran: “La Perla de Zamora”, “Allende”, “La Cruz Roja”, “De Dios”, “La Salud”, “La Perla”, “Morelos”, “París”, y la “San Antonio”. En ropa, qué mejor que en “Casa Ordaz”, o bien en sus competencias: “Casa Santoyo”, “El Remate”, “La gran Barata”, “La Moderna”, “La Primavera”, “La Quemazón”, “Miniprecios”, Pérez y Pérez y Leovigildo García.
Mejores en ferretería los Chávez y don Rafael García Ramírez, de los fotógrafos se localizaba el estudio de Ezequiel Vega González; en las gaseras “Gas de Michoacán”, “Nieto” y “Pemex del Bajío”.
En donde se podían hacer de sus vehículos era en la agencia “Michoacán Motors”. La rifaban en cuanto al ahorro y préstamos, el “Banco Agrario de Michoacán”, “Banco de Comercio de Michoacán”, “Banco de Zamora”, “Banco Nacional de México” y “Banco Regional Agrícola Michoacano”; eran muy solicitados los “Baños Esperanza”. Se transportaban en “Auto-Transportes La Piedad de Cavadas”, “Flecha Amarilla”, “de Occidente” y “Las Tres Estrellas”. Las bebidas alcohólicas estaban listas para el paladar, en las cantinas de Jesús Alfaro, el bar “Villa” y el bar “Wilfris”.
Papelerías surtidas y económicas: “La Rosa de Oro”, la “Mary”, o también se hallaban la de don José Martínez y la “Papeles de Michoacán”. En juguetería y zapatería “La Nueva”, y en mercería “La Princesa”. Era famosa la tlapalería “La Palestina” y del mismo modo, la tintorería Iris”.
Los cines en donde se veían los mejores peliculones del ayer, del cine de oro mexicano: “Berta” y “Princesa”. El hotel “San Carlos” y el motel “Los Yoyos”, daban servicio a los fuereños, era de los mejor. Y en radiodifusión, se escuchaban en ese entonces, las estaciones de radio XEZI y la XEZU, con mil watts de potencia cada una.
En escuelas de forma general se localizaban 2 jardines de niños, 11 primarias, 5 secundarias, una preparatoria, tres academias comerciales, un centro de capacitación agropecuaria y una escuela de enfermería; de las cuales recordamos a la academia comercial “Ricardo Flores Magón”, los colegios “Cristóbal Colón” y “Cuauhtémoc”; las primarias “Miguel Hidalgo”, “Revolución” y “Melchor Ocampo”, escuela “Independencia”; en secundarias la “Melchor Ocampo” y la “secundaria para trabajadores”.
En profesionistas, contadores y fisco: José Luis Córdova Zavala, Renato Martínez Aquino y Jorge Alfonso Escobar Villegas. Para los dientes, la “Clínica Dental”. En relación a doctores, destacaban: Luis Aguilar Torres, Francisco Arévalo López, Humberto Carrillo Rodríguez, Alfonso Castro, Epigmenio Cuellar, Isidro Cuevas, Felipe Durán Carranza, Arnoldo Hernández Sandoval, Francisco Molina Ruiz, Valdemar Reyes Rodríguez, Rafael Velázquez González y Donaciano Velázquez Vargas. Se ubicaba un oculista: Antonio Rodríguez Cerda. Y en materia de abogacía, éstos licenciados: Efrén Alejandre Arredondo. José Luis Gavia Rosas, Marcelo Liera Calderón y Ceferino Reyna Martínez.
Como cabecera del municipio del mismo nombre, en Zacapu funcionaban oficinas del gobierno federal. De correos, de telégrafos, de la inspección de educación federal y estatal; de salubridad, de hacienda, de recursos hidráulicos y forestales. Y del gobierno local, estaba el “Palacio Municipal”, la Comandancia de Policía, la Junta Federal de Agua y Alcantarillado, y la Tesorería Municipal, entre otras dependencias menores.
Además de contar con el servicio médico del IMSS, funcionaba el “Centro Sanatorio Asistencial” y la Clínica de San Vicente y la Delegación de la Cruz Roja. Y ofrecían servicios clínicos los Laboratorios “Madero”.
Por cierto, recordando la preservación y fomento de sus tradiciones, en la segunda semana de noviembre de cada año, eran muy bien organizadas las llamadas “Topas”, fiesta regional que coincidía con la temporada de las cosechas. Al parecer esta festividad es de origen purépecha. Las jóvenes se vestían de traje regional de guare, portaban cestas con frutas, tamales, corundas y flores, llevaban al cuello sartas de pan, que después colocaban a quienes se detenían a mirarlas, y desfilaban acompañadas de una banda de viento. Así era la vida comercial y pueblerina del lugar donde nacieron mis padres. / Juan R. Chávez
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