Debbie Harry con sus memorias bajo el título «Face it» (Afróntalo), nos transporta a una autobiografía escandalosa y decididamente divertida. Harry llegó a Manhattan a principios de los 70 para trabajar como camarera en el Max’s Kansas City y también en un club como conejita de Playboy, para luego integrarse al popular grupo de “Blondie”. El resto es historia. Al principio no tenía una gran voz, pero llegó a contar con un estilo singular, nunca desafinaba. De presencia arrebatadora, poseía una belleza extrema y un sexto sentido para ser vanguardia en imagen. Llegó a ser una auténtica estrella. Y no solo eso, tenía el suficiente descaro para tratar de tú a tú a todas las figuras de aquella época y, por supuesto, divertirse a modo. Sus memorias son ricas en detalles, desde los más escabrosos a los más delirantes, es un libro muy recomendado.
Un relato que impacta al lector es cuando Debbie Harry nos narra una violación sufrida a punta de cuchillo en los 70 delante de quien por entonces era su novio, Chris Stein, guitarrista de Blondie: «El asaltante estuvo un buen rato buscando cosas de valor. Entonces apiló las guitarras y la cámara de Chris, desató mis manos y me dijo que me bajara el pantalón». Su resumen final es «puro Debbie Harry»: «Las guitarras robadas me dolieron más». También habla de un rapto que sufrió al llegar a Nueva York: «Yo intentaba cruzar la ciudad para ir a un bar. Un pequeño vehículo de color blanco apareció y un hombre se ofreció a llevarme». Aquello le empezó a oler mal e intentó salir del coche, pero éste no tenía manivelas. Encontró una rendija en uno de los cristales, logró meter su mano y abrir por fuera para saltar al asfalto. Años después leyó el «modus operandi» de un asesino en serie llamado Ted Bundy y ejecutado en 1989. Increíblemente fue el hombre que intentó raptarla. Chica “difícil de pelar”, también cuenta sin tapujos su relación con las drogas, y más concretamente con la heroína. Se arrepiente «del tiempo que me quitó» mientras dormía bajo los efectos narcóticos, según desliza en una entrevista para «The Guardian». El libro está lleno de anécdotas junto a las decenas de «celebrities» que conoció. Por ejemplo, aquella pareja terrible, hedonista y viciosa que formaban David Bowie e Iggy Pop. Estaban buscando cocaína y Debbie Harry les consiguió un gramo que esnifaron de golpe. Así lo cuenta: «Bowie me enseñó su miembro en agradecimiento por haberle conseguido la coca. Como si yo fuera la inspectora de ello o algo así. Como yo estaba en una banda con todo chicos, supongo que él pensó que yo era la inspectora de partes íntimas (…) Era muy divertido, adorable y sexy. Supongo que me sentí halagada, ¿sabes? Es uno de los grandes hombres que admiro en el mundo de la música, claramente un genio. No lo toqué, pero pensé: “Muy bonito”. No sé, es una mierda que no podamos preguntarle a él», dijo en esa entrevista. / Juan Barrientos Figueroa.
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