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Piña Chán descubre “Las Ruinas de Tingambato”, hace cuatro décadas

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1979.- Descendiendo de las montañas, la carretera Pátzcuaro-Uruapan se interna en la región aguacatera en Tingambato. Al sur del actual poblado de Tingambato se encuentra el importante yacimiento arqueológico de Tinganio, uno de los pocos sitios en el Occidente de México donde hay auténticas pirámides. El lugar, que data de alrededor del año 450 de la era cristiana, carece de los rasgos característicos de la cultura tarasca que construyó Tzintzuntzán.
El yacimiento fue excavado durante los años 1978 y 1979 por uno de los más reconocidos arqueólogos de México, Román Piña Chan. Para entonces ya había sido saqueado por buscadores de tesoros quienes, sin embargo, pasaron por alto uno de los mayores descubrimientos logrados en la región occidental de Mesoamérica: una tumba intacta, llena de ofrendas de cerámica y restos humanos.
Piña Chan encontró que la edificación del lugar se puede separar claramente en dos periodos. Durante el primero, entre los años 450 y 600, el centro ceremonial se configuró. Esto comprende una pirámide de ocho metros de altura y seis niveles sobre impuestos hacia el Este, y otra más hacia el Oeste, que se encuentra parcialmente derruida presumiblemente por la acción de los saqueadores. Solamente la pirámide oriental ha sido restaurada hasta ahora. Ambos edificios tienen un núcleo de tierra.


Durante los años 600 al 900 se registró un cambio al sistema de talud y tablero, similar al estilo arquitectónico de Teotihuacán, así nombrado por las pirámides del sitio arqueológico cercano a la ciudad de México. Este estilo es evidente tanto en la escalinata que asciende desde la plaza principal, como en la estructura del Juego de Pelota. Este juego era parte esencial de un importante ritual de gran significancia espiritual para muchos pueblos mesoamericanos. El objetivo del juego parece haber sido introducir, utilizando sólo las caderas y la espalda, una pesada pelota de goma a través de un aro de piedra colocado en un punto elevado. Las opiniones difieren en cuanto a si era el equipo perdedor o los vencedores quienes luego tenían el honor de ser sacrificados en una ceremonia ritual. La estructura de este Juego de Pelota es una de las muy pocas conocidas al Occidente de México, que además es la única región del país donde aún se practican versiones modernas del extraño deporte.


El más importante descubrimiento hecho durante las investigaciones en Tinganio se dio el 8 de marzo de 1979, cuando fue encontrada la tumba intacta. La excavación fue muy riesgosa ya que el techo estaba en peligro inminente de colapsar, y sólo una persona a la vez podría trabajar en su interior. Se recobraron muchos huesos, pero, sorprendentemente, sólo un esqueleto completo, y éste, de una persona que fue colocada sentada cerca de la entrada. Entre los muchos restos parciales de esqueletos que había en la tumba, estaban 32 cráneos de individuos de todas las edades y ambos sexos.
Parte de ese material había sido previamente sepultado en alguna otra parte, y había sido exhumado para volver a ser enterrado aquí. ¿Quizá algún personaje importante murió y se aprovechó la ocasión para sepultar junto a él a sus ancestros o sus trabajadores? ¿O tal vez los cráneos extras eran víctimas de sacrificios? El gran cumulo de artefactos y utensilios de cerámica halados e la tumba incluían conchas marinas provenientes del Océano Pacífico )clara evidencia de un comercio con regiones distantes), caracoles, figurillas de terracota e instrumentos musicales fabricados con las conchas marinas.


Para el sostenimiento de este gran centro ceremonial, Tinganio debe haber tenido un bien desarrollado sistema agrícola. Su posición geográfica entre la tierra templada y la tierra caliente también hizo de este lugar un centro natural de intercambio comercial importante, donde los productos de las áreas altas como el frijol y el maíz podían ser negociados por trueque por los que se obtienen en las tierras bajas, como el cacao y las frutas tropicales.
El colapso de Tinganio debió haber sido un acontecimiento relativamente súbito, ya que no hay evidencia de más asentamientos o estilos constructivos posteriores al año 9000. Hay algunos indicios de que el sitio hubiera podido ser destruido por el fuego, pero se considera que un eventual incendio no podía ser la única razón de que el asentamiento haya sido completamente abandonado a seiscientos años de la llegada de los españoles.

De: Western Mexico, a Treveler´s Treasury, Tony Burton, Editorial Agata, Guadalajara, 1993. Tony Burton es geógrafo y naturalista. Nació en 1953 en Inglaterra, vivió en México desde 1979. Autor de numerosos artículos sobre ecoturismo y otros temas mexicanos. Traducción: Gerardo Barrientos Orozco.

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