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Ahora, existe el intelectual o escritor arrogante pambolero –se sienten «avalados» por los escritores de prestigio, pamboleros pesados, tipo Luis Villoro, Pérez Gay, Eduardo Galeano; en España y Argentina son legión –dicen que es molesto, como turista, escucharlos hablar de fútbol perennemente ahí, donde éste es una religión laica– son verdaderos intelectuales «tifosi», digamos hooligans intelectuales que viven apasionados con este deporte: escriben, hablan y hablan de fútbol, discuten, apuestan y se pelean–se ofenden y dejan de hablarse por tal o cual resultado de un partido; también los periodistas más conocidos apuestan y lo hacen frente a los escuchas o telespectadores, se les hace la buena onda.
Ellos los intelectuales escritores tifosi pamboleros son ahora los que se sienten moralmente superiores y ven con lástima, burla o desprecio a los que no les gusta el fútbol. Se han invertido los papeles. Pero ninguno de ambos grupos–los anti y los pro fútbol– se dejan vejar, hay una guerra sin cuartel soterrada.
Los lemas de cada grupo son antagónicos:
«Hay que madrear a los pinches escritores e intelectuales que critican el fútbol» versus «Haz patria: mata a un puto pambolero».
Juan Heladio Ríos Ortega.
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