- Qué duda cabe, en términos estrictamente económicos-tres pesos diarios- y ontológicos-llenar la vaciedad del sentido de la vida- ella dejará solas a las salas cinematográficas, pues cada vez es más caro e incómodo ir al cine, además la cartelera es infame.
- Nétflix es el opio del pueblo: un placer inacabable, pues tiene todos los géneros para todos los gustos domesticados y domesticables.
- La democracia de Netflix da dividendos multimillonarios, es un éxito mundial. Hay series finlandesas, islandesas, turcas, polacas, las que se te ocurran y cada vez tendrá más de todo.
- Seguirá marabunteando, al mundo, su mancha voraz tal vez abarcará hasta a Corea del Norte.
- Ante nuestros propios ojos ocurrió lo inesperado: la mutación de la experiencia cinematográfica: antes un filme en una inmensa sala oscura, era la sensación y la vivencia de la otredad. Te abría hacia puertos insospechados y los filmes «de arte», te cambiaban tu cotidiana vida. Ese mundo ya se clausuró y vendrán otras formas de experimentar la otredad.
- Netflix hará a los seres humanos más gregarios en el consumo y a muy bajo precio: puedes en tu casa y con tu tropa, desayunar comer y cenar frente a la pantalla.
- Hay una audacia alienante de la plataforma: ya te da la ortoposición de lo que debes consumir: las clasificaciones de los filmes o las series; tan es así que te puedes perder lúdicamente más de una hora, eligiendo qué vas a disfrutar.
- Pero hay algo fascinantemente aterrador: no necesitas ninguna guía u orientación estética, genérica, estructural, semiológica para ver lo que desees-que al final de cuentas, no sabemos ni por qué deamos lo que deseamos.
- Ya no habrá maestros que te jodan a razonar y criticar un filme o una serie, ni a entregar un ensayo al respecto: ya cambió el estatus del séptimo arte en el mundo: ahora verdaderamente es una fábrica de sueños infinita.
- Adiós a los críticos, a los ensayistas a los historiadores del cine: ya se volvieron unos empolvados escoliastas. Ya el cine, hoy por hoy, es consumo puro al ciento por ciento.
- El mundo se volvió fábrica de netflixzombis que se comen los cerebros del arte del cine.
¡Se los chupó la bruja!, no a todos pero, se los chupó la bruja: obesidad y síndrome metabólico cinematográfico.
Las consecuencias epidemiológicas de esta pandemia, para el arte, serán apocalípticas.
Juan Heladio Ríos Ortega.
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