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YO—Cuando leo lo que se les atribuye a los dioses y lo que se hace por ellos, soy incrédulo, no creo que los aztecas creyeran en sus dioses: para mí eso es literatura, poesía, arte, historia de la cultura.
—¿Tú en qué crees?
YO:—En la ciencia y sus derivados: la cirugía, la biotecnología…
—Pero una aspirina la tomas y te quita el dolor y no sabes cómo actúa, la tomas como pócima mágica.
YO: —Contiene ácido acetil salicílico y actúa a nivel del Tálamo, el área del cerebro que regula los impulsos dolorosos y los bloquea.
—-Un creyente de los dioses aztecas hubiese recitado–así, como tú lo haces sobre la aspirina— sobre las cualidades de su deidad y a qué nivel actuaba.
YO—Pero un analgésico o un antibiótico le demuestran su eficacia al que los utiliza.
—Después de una batalla victoriosa, un azteca sabe que se la debe al dios de la guerra, y si sale derrotado, él sabe que actuó mal y no honró a los dioses correctamente.
YO—Entonces la ciencia y los dioses son cosa de creencia. Sin embargo es bien sabido y además comprobable, que para los dolores muy intensos los analgésico opiáceos, por más terrible que sea el dolor, lo palian.
—Los aztecas fueron derrotados por los españoles porque así estaba escrito, los dioses lo tenían así profetizado. Los dioses son tan poderosos como los analgésicos opiáceos.
YO—Algo está errado en esta plática. Me rehusó a creer que la ciencia es magia para mí como la teología.
—La ciencia para ti, o los dioses para los aztecas son dos formas de estar en el mundo, de comprenderlo, interpretarlo y transformarlo.
YO—Me dejas sin palabras ni razones, algo anda mal en esta plática.
Juan Heladio Ríos Ortega.
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