En 1999 Ignacio Escárcega conformó un espectáculo que llegó hondo al espectador : «Libros para Cocinar», con temporadas en el Foro «López Mancera» de la ENAT y en el Teatro «El Galeón». Cinco obras cortas del contemporáneo realismo norteamericano, enlazado el quinteto por medio de coreografías y canciones de Charly García. Los actores bailábamos, cantábamos y hacíamos los cambios de ropa a vista de público. La selección de textos la hizo el mismo Ignacio. Textos de jóvenes dramaturgos norteamericanos de la «Universidad de Teatro de Kentucky». La premisa: la búsqueda del amor, la inútil perpetuación de éste y el miedo a encontrarlo, a vivirlo.El elenco estaba conformado por: Manuel Sevilla, Karina Gidi, Juan Carlos Vives, Mónica Huarte y Raúl Adalid. La música de piano en vivo ejecutada por el querido Nacho Torres. Las creativas ingeniosas coreografías(parodias de comedias musicales) fueron de Pily Gallegos. La escenografía de Arturo Nava; muy bien utilizado el espacio con su creativa recreación de ámbitos. El vestuario, un reto notable a esta aventura, fue de Ángeles Moreno. La fotografía correspondió a Jorge Carreón. Este escrito fue hecho a tenor de que Nacho Escárcega fue premiado por su espectáculo teatral: «After Play», en el año 2013. La memoria reclama los ecos de su magnífico trabajo de dirección en «Libros para Cocinar». Un espectáculo muy celebrado por dos grandes de la dirección en la historia de nuestro teatro: Ludwig Margules y Héctor Mendoza. Las funciones en el López Mancera a la una de la tarde de cada sábado y domingo se abarrotaban. El éxito nos llevó a reestrenar en el Teatro » El Galeón», en el mismo año de 1999. Develamos nuestra placa de fin de temporada una noche de frío diciembre. Nuestros padrinos fueron la gran actriz Angelina Peláez y el director teatral Ludwig Margules, Qepd. Llegan los murmullos del recuerdo y se aparece una rola que conformaba el espectáculo: «Tómalo con calma, la cosa es así, ya se hace de noche, me tengo que ir». Veo a Manuel, a Karina, a Mónica, a Juan Carlos, bailar, cantar, vivir, escucho a Nacho Torre y su tocar de piano como en bar newyorkino, veo la sonrisa de Nacho Escárcega feliz por la función. Me veo a mi en esta mañana de confinamiento reviviendo lo feliz por las tardes y noches de esos libros culinarios teatrales. El tiempo habrá pasado pero todo queda celosamente guardado en la bóveda de los tesoros que te conforman, mismos que te hacen ser y decir: Gracias siempre eternas mi querido Nacho Escárcega, gracias Dios y a la vida por seguirme dando tanto.
Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México Tenochtitlan.
PD: Escrito elaborado en 2013, hoy Octubre 4 de 2020, lo retomo para agregar secretos que no se plasmaron.
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