La novia de mi ijo es cleptómana. Su patología, a diferencia de la descrita en los casos más frecuentes, consiste en una fijación por lo incorpóreo que ace imposible sorprenderla en posesión del cuerpo del delito.
La primera vez que vino a casa desapareció el olor de mi estudio. Mi mujer lo agradeció, pero a mi me entró un pánico que enseguida atribuí al tufillo a nada del umo de mi tabaco. Después desaparecieron las sombras de algunos muebles, y aunque proyecté sobre ellos el az de una linterna desde distintas posiciones, no ubo manera de restablecerlas. Luego ec amos en falta los repiques de las oras pares en el carillón del comedor y la luz que filtraba las rendijas de las persianas.
A todas estas carencias se acostumbra uno, y asta me alegré de que la joven no padeciera una compulsión más común, de esas que terminan por desmantelar tu colección de encendedores o desvalijarte la cartera.
Ayer la sorprendí revolviendo en mi estudio. Cuando salió de él, aspiré con la esperanza de que ubiera repuesto los olores. ¡Qué va!
Esta mañana, cuando advertí que me abía urtado una letra decidí llamarla para que la devolviera a su sitio, pero abía robado también el tono del teléfono y no a abido forma de encontrarlas; ni a ella, ni a la letra. / j quesada
José Quesada Moreno, español.
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