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La noche del 15 de septiembre de 1897 se inauguró el kiosco de la Plaza Juárez, en 1953 autoridades locales lo quitaron, hasta la fecha: ¿dónde quedaría?

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De acuerdo con el interesante libro turístico “Terry´sGuide”, en su edición en inglés, editado en Boston en 1909, el pueblo de Uruapan era una cabecera del distrito de mismo nombre, “y hasta hace poco el punto extremo de la vieja ruta de diligencias que comunica con la ciudad de Morelia, vía Pátzcuaro. Sus tres plazas, esto es: la del Mercado (Fray Juan de San Miguel), la del kiosco (Plaza Juárez) y la del Jardín de los Mártires, están ubicadas en el centro geográfico y punto más elevado de la ciudad, que se extiende colina abajo por sus cuatro costados”.
Las tres plazas citadas estaban unidas una tras otra. La de Armas, llamada Arteaga, y oficialmente Plaza de los Mártires de Uruapan, se ubicaba -como hasta la fecha- frente a la vieja iglesia parroquial, ésta última en ese tiempo sin interés arquitectónico.
La plaza General o la más representativa de Uruapan fue la llamada Plaza Principal, la cual ya en los años 80´s del siglo XIX, se le conocía como “Plaza Benito Juárez”.
Este sitio del centro, el corazón del vergel michoacano, fue punto de referencia de los vecinos de aquella época, a partir de la construcción de un hermoso kiosco el cual luciría hasta que se modificara la plaza por el año de 1953 para dar apertura a la que hoy conocemos como: Plaza Monumental José María Morelos.
Fue a principios de septiembre de 1897, cuando el vecindario de Uruapan se enteró por conducto del gobierno local que, de no presentarse ningún imprevisto, el día 15 de tal mes y año, se realizaría la inauguración de un kiosco que engalanaría la Plaza Juárez o Principal; mismo que se estaba fabricando en Morelia.

Los datos relacionados a la elaboración del kiosco de Uruapan los podemos consultar en el tomo V, número 33, de una nota publicada en el semanario de Morelia “La Libertad”, con fecha 17 de agosto de 1897, la que dice lo siguiente:
“El kiosco que presentamos es una prueba palmaria de los adelantos de la Escuela Industrial Militar Porfirio Díaz. Esta obra fue ejecutada en el taller expresado… una vez armado será colocado en un zócalo de dos metros de alto, en la Plaza principal de Uruapan… Esta mejora que mucho embellecerá a la ciudad del Progreso, quedará inaugurada el 16 de septiembre próximo”.
Por cierto, para la manufactura se ocupó el uso los talleres de herrería, hojalatería y carpintería de la Escuela Industrial Militar Porfirio Díaz de la capital michoacana. La obra se efectuó desde los primeros días de enero hasta abril de ese año (1897), y tanto el kiosco como el zócalo habían sido diseñados por el entonces director de la escuela, señor Evaristo Ramos.
Al armarse el kiosco en el patio del taller, el rotativo daba los pormenores del tamaño. De tal suerte que tenía las siguientes medidas:
Forma, Octágono; Medida, 3. 55 metros por lado; Longitud, 7.10 metros de largo; Altura, 7.00metros; y Medida del zócalo, 2.0 metros de alto.

Una vez que Ramos le dio su visto bueno, el kiosco fue trasladado por tren hasta el paraíso michoacano para su regia inauguración programada la noche del 15 de septiembre de 1897, dentro de los festejos patrios de la localidad; tal y como lo informa el mismo semanario en su edición de octubre de aquel año. De esta manera, anunciaba a sus lectores la noticia, el número 45 de “La Libertad”:
“Una vez en el corazón del centro de Uruapan, el hermoso kiosco, quedó listo para ser un atractivo monumento arquitectónico digno de ser apreciado por conocidos y visitantes del pueblo”:
Como es tradición, la ubicación del kiosco fue en la parte central de la plaza, misma que en aquella época estaba rodeada por cuatro portales; al norte, con el Portal Antonio Florentino Mercado, antes Portal del Norte; hacia el sur con el Portal Rafael Carrillo, antiguo Portal de los Gutiérrez; al Oriente estaba el Portal Ignacio Zaragoza, del parían nuevo; y al Poniente, se situaba el Portal Allende, del parián viejo mejor conocido como pariancito; precisamente, a espaldas de aquí fue donde fusilaron los Mártires de Uruapan, el 21 de Octubre de 1865.
De los edificios y construcciones que se citan, únicamente aún se encuentran dos portales: El Rafael Carrillo, donde está la Tienda de Ropa “La Nacional” y el Antonio F. Mercado (Portal Alto), lo demás fueron derrumbados y su lugar forma parte de la Monumental Plaza y Jardín José María Morelos.
Por otro lado, la concurrida y alegre inauguración del kiosco, apareció en “La Libertad” (tomo V, Número 39, del día 28 de septiembre de 1897), el cual informa a sus lectores que “el estreno del kiosco despertó innumerables muestras de entusiasmo. Aprovechándose la celebración del 15 de Septiembre y acompañados por la música de Paracho, una numerosa comitiva recorrió los portales y se situó posteriormente en el kiosco, que se encontraba adornado con cortinajes, guirnaldas y trofeos y, desde luego, los retratos de Porfirio Díaz y Aristeo Mercado (gobernador del estado)”.
“Después de los discursos y las declaraciones de rigor se inició la verbena popular: Durante toda la noche prevaleció un pacífico y caluroso júbilo. Las músicas de cuerda, las guitarras y hasta el arpa del cieguito Don Tiburcio, no cesaron de llenar con sus armonías las calles y las plazas de la ciudad”, abunda.
Señalar que desde entonces los uruapenses contaron con tan bello kiosco, mismo que se integró a los sitios de recreo y esparcimiento más concurridos por los pobladores. Lugar apto para escuchar a las bandas de música, mientras se tomaba el fresco de la tarde y se recreaba la vista al paso de bellas damitas de la sociedad.

A propósito, cuando se realizaban algunos eventos cívicos o sociales se escogía la plaza y jardín para su efecto y por ende el kiosco formaba parte del escenario.
A la par, a principios del siglo pasado, en algunos mítines, los organizadores tomaban el interior del mismo para desde allí dirigirse a los concurrentes. Incluso, las mejores bandas u orquestas de la época, como la del músico moreliano Miguel Lerdo de Tejada, llegaron a presentarse en la Plaza Juárez, donde se usaba el kiosco para que los músicos ingresaran a la joya arquitectónica con la misión de ejecutar sus mejores piezas musicales.
El cronista oficial de la Ciudad, Francisco Hurtado Mendoza, en su libro “Uruapan en el espacio y en el tiempo”, aprovechó para incluir en su contenido una descripción de la añorada Plaza Juárez:
Por mucho tiempo se habían suspendido las “serenatas” en el centro de Uruapan debido a los conflictos revolucionarios, pero hacia 1920 volvía la calma y el deseo de convivir en las plazas: la Plaza de Los Mártires era para la clase media o pobre y la plaza del kiosco (Plaza Juárez) era para los “curros” o los “polveados” –se decía- para los de mejor clase social y, desde luego, nada de mezclarse porque eran echados fuera de rol de las serenatas; las damas caminaban alrededor de la plaza en sentido de las manecillas del reloj y los varones al contrario. El varón debía ir preferentemente con un ramo de rosas, de claveles, de orquídeas diversas o más comúnmente, de dalias en sus manos para obsequiarlas en algunas de las vueltas a la damita elegida por amistad o por pretensiones de noviazgo, en este caso, si la joven aceptaba ser la novia, el “sí” era mantener consigo la flor, no regresarla, recibiendo todo el ramo y en lo sucesivo podían los dos “dar la vuelta” juntos y en el mismo sentido. Si por el contrario, la pretendida no aceptaba la invitación al noviazgo, a la siguiente vuelta en que se encontraban, ella le regresaba la flor, y ¡no hubo nada en el intento!… Pero el ambiente de domingo seguía festivo y alegre.
Más adelante, el profesor Hurtado Mendoza señala que “las mejores serenatas eran las del domingo de carnaval; las de tiempo de posadas y de aquellos en que tocaba la orquesta en el kiosco que se envolvía en la cadencia romántica de los valses porfirianos. Las personas mayores aún suelen decir: “¡Qué época tan feliz la que se vivía después de la revolución y cuando ya se habían acabado los bandoleros que asolaban a Uruapan!” (…) Sin duda alguna, ya que aquella “paz porfiriana” de finales del siglo XIX, tan marcada por la división de clases sociales, había terminado en sus actitudes separatistas y agresivas, aunque no del todo, como se ha comentado”.
Dicho de otro modo, por los años 20 y 30´s, las señoritas principales de la sociedad, muy emperifolladas, con hermosos vestidos y rebozos de bolita, salían de la misa de las doce y se dirigían al zócalo para dar eternas vueltas, luciendo lo mejor de la época con el fin de seducir a los muchachos o jovencitos de esos años.
De igual forma, con frecuencia se veía por ahí algún viejecito porfiriano, arrastrando los pies por la plaza y que dejaba fija su vista hacia el kiosco, como evocando algún recuerdo de la época de don Aristeo Mercado.
La vida del kiosco fue la vida del pueblo. ¿Cuántos sucesos se registraron en tantos años?
Por decir, en el portal Rafael Carrillo vivía la familia de don Mariano Hurtado, y en la planta alta, con frecuencia se veía hablar algún candidato o político dirigiendo su discurso hacia la plaza y kiosco, como por ejemplo lo hicieran Francisco J. Múgica y el mismo Alvaro Obregón.
¿Quién no llegó a contemplar y admirar la joya arquitectónica como lo fue el kiosco de la plaza Juárez? ¿Quién no dio un paseo por la plaza de los Mártires de Uruapan y luego bajó hacia la Plaza Principal para buscar alguna bella damita que conquistar? o ¿Quién no añoraba aquellos bellos días claros, de cielo azul que incitaban a descansar por el viejo kiosco, tan elegante, tan provinciano?
Alberto Cortés, periodista del semanario uruapense «La Razón», en la edición del 13 de marzo de 1927, en su peculiar participación «Distracciones en la Plaza Mártires y Juárez-Diálogo Callejero», narra el siguiente diálogo:
«Nos encontramos, y después del tan obligado y vernáculo saludo de siempre:
¿Cómo amaneciste Chinto?, ¿Cómo pasaste la noche?
¡Pues yo muy bien!
¿Y tú Valeriana?
Y ambos, Chinto y doña Vale, como viejos amigos se acomodan en una de las numerosas bancas de nuestro histórico jardín de los Mártires, y él, en animosa plática, como hombre que está en su mero elemento, fibroso, jugoso, pulido; ríe y comenta las ventajas de las costumbres modernas.
Mira Vale, dice Chinto, por el módico precio de todo un día perdido en esta banca, tengo el placer de admirar el espectáculo gráfico de hermosísimas Venus que prenden nuestras almas, que lucen sus apetecibles encantos, pero hay entre ellas unas momias que se ostentan como brochas empapadas con barnices y colores.
-¿Y el resto del día, en que te diviertes?, le pregunta Vale.

  • Con un pequeño cambio de lugar, tengo variedad, verás, allá abajo, por la Plaza Juárez y el Kiosco, tengo variedad, muchos Mariachis, música por todas partes, exhibiciones de actualidad, en fin todo bonito, todo barato. Y ella con un dejo de tristeza, murmuró:
    ¡Allá en mis tiempos porfirianos, todo esto era muy caro!
    Chinto adivinó su pensamiento, y se despidió parodiando aquel cantar de:
    «Quieras que no quieras, así tiene que ser, quieras que no, así tiene que ser…».
    Abundando, en los años 30´s del siglo pasado, muchos uruapenses todavía conocían la plaza principal como “Plaza Juárez”. Sin embargo, en 1932, el gobierno constitucional cambió su nombre por el de «Plaza y Jardín Miguel Rincón», a la memoria de un obrero asesinado, quien llegó a laborar en la Fábrica de Hilados y Tejidos «La Providencia». Destacó en la lucha sindical y en la defensa de los trabajadores textiles, lo asesinaron el 11 de julio de 1932. Por lo que al kiosco le llamaban, el Kiosco de la Plaza Rincón.
    En el gobierno de don Valente Garibay Palafox, fueron emprendidas obras de mejoras para el centro, en los últimos meses del año de 1944, en ellas: «destaca la pavimentación completa de la “Plaza de la Mártires de Uruapan” y la denominada Plaza Fray Juan de San Miguel; además de la reparación general al kiosco de la “Rincón”, ya que el presidente municipal, cree muy fundadamente que dejará una huella de su honrada administración, desde que se empeñó en que los lugares de esparcimiento, como son los jardines públicos estuvieran pavimentados y correctamente hermoseados para recreo de niños y adultos», señala el semanario «Crítica», en su edición del 6 de diciembre de 1944.
    Estas mejoras de la plaza, emprendidas en la administración del pariente político del General Lázaro Cárdenas, es decir, Garibay Palafox, fueron posible gracias al apoyo de la llamada H. Juntas de Mejoras, pues así se construyó el nuevo piso de toda la plaza y en el siguiente periodo de gobierno, siendo presidente don J. Jesús Fernández, se hicieron las reparaciones necesarias en el graderío, en la iluminación, limpieza, etc., para hacer del sitio un lugar acogedor y hasta para la admiración del turismo.
    Un vecino muy conocido de Uruapan, don Lauro Padilla, en septiembre de 1952, poco antes de que se quitara el kiosco, en “Crítica”, hablaba respecto a los recuerdos que tenía de la plaza:
    «Quienes aún tenemos grabado en nuestra mente el dulce recuerdo de esa briosa juventud que vivió con satisfacción las inquietudes de este bello Uruapan, nos hemos puesto a contemplar el panorama de las bellezas de sus jardines y de sus joyas arquitectónicas, y, en ese hermoso recorrido mental, nos ha nacido de nuestro corazón el gusto agradable de hacer un alto, para señalar con énfasis aquellos gratísimos momentos en que, a la hora de las serenatas domingueras, brindábamos con el hermoso ramo de flores a la mujer de nuestros encantos o la novia cariñosa que al sonar de las notas del vals o del danzón, nos deslumbraban con la preciosidad de sus ojos y con la sonrisa de sus provocativos labios dando vueltas alrededor de un kiosco legendario, en la “Plaza Miguel Rincón».
    De aquellos inmemorables días de la “Plaza Juárez”, don Laurito –como cariñosamente le decían-sostenía que «ese kiosco -situado en la plaza- de gratos recuerdos, era el lugar de tradición, en donde se dieron cita por muchos años, desde los más humildes intérpretes de la música, hasta lo de más elevado conocimiento, para deleitar con las notas del pasado y del presente a todo un conglomerado social uruapense que suele reconcentrarse domingos y días de fiesta a gozar sus ratos de sano esparcimiento a que social y humanamente tienen derecho».
    «Oh, esos dulcísimos recuerdos, habremos de vivir quienes tengamos razón de hacerlo, ahora que ese kiosco se quita del jardín y plaza que antes se llamó Benito Juárez y después Miguel Rincón», rememora.
    Sin embargo, dentro de los cambios y mejoras del centro estaba quitar el kiosco y una mañana la obra elaborada por la escuela de Morelia se retiró de la Plaza, misma que desde ese tiempo se le llamaría Plaza Morelos, siendo un hecho triste y nostálgico para los vecinos de aquella época del Uruapan del ayer, sucedido a fines del año de 1952 o ya en 1953.
    En pocas palabras el kiosco desapareció de la noche a la mañana, al principio, allá por los años 80´s se supo entre los vecinos que el gobierno municipal tenía planeado llevarlo al barrio de la Magdalena; sin embargo, en los 90´s muchos uruapenses aseguraban que había ido a parar a una huerta de aguacates de un millonario de la ciudad, incluso se había ubicado vía aérea; y a pesar de su importancia histórica, las autoridades correspondientes no tuvieron la voluntad ni el valor de regresar al pueblo aquel bello kiosco que luciera en el corazón del Uruapan.
    Tiempo después, ante la gran cantidad de reclamos que durante muchos años hacían los vecinos de la ciudad e incluso las innumerablesnotas periodísticas que salían a la luz pública al respecto sobre el rescate del añorado kiosco robado; así, gobiernos iban y venían y no se concretizaba nada, hasta que las autoridades locales, encabezadas por María de Jesús Dóddoli Murguía, buscando suplirlo, decidieron edificar un kiosco de medidas idénticas al desaparecido kiosco porfiriano, esto fue en 2004 durante su segundo gobierno como alcaldesa. Al concluir su construcción lo apostaron a un costado del Monumento a Morelos, exactamente donde estuvo hace décadas el Mercado de la Plaza Fray Juan de San Miguel.
    Hubo distintos comentarios entre ciudadanos sobre la ubicación del kiosco nuevo, muchos de los cuales aseguraban que no correspondía a las medidas del fabricado en Morelia en 1897, que se veía muy mal porque no lucía estéticamente debido a que no correspondía al lugar propio para tal embellecimiento y mejora. Lo cual tuvo como consecuencias que posteriormente el gobierno de la administración 2008-2011, de Antonio González, desalojara el kiosco para hacerle algunos cambios, obra emprendida entre febrero y marzo de 2011, dejando un kiosco sin la hechura original. Valdría la pena comparar ambas obras para fijar un criterio sobre lo anterior, tema para una futura entrega.
    Texto, Sergio Ramos Chávez, Cronista de la Ciudad de Uruapan.

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