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La Expropiación Petrolera en los recuerdos de Amalia Solórzano

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Las memorias de Doña Amalia Solórzano de Cárdenas, significan una aproximación a la vida de la esposa del gran estadista mexicano, donde relata de manera amena las diversas etapas que estuvo acompañando al ex presidente de la República, y uno de los grandes personajes del siglo XX. Es interesante, hoy que se celebra el LXXXIII Aniversario de la Expropiación Petrolera, recordar las impresiones de la señora Amalia Solórzano:

    “Qué puedo decir de la magnitud de la emoción con la expropiación petrolera”, escribe. 1

    Y abunda que “se ha escrito y hablado tanto, hay tantos testimonios de personas que se involucraron en este acto nacional. El General me dijo: <<Chula, creo que se debe invitar a la mujer a una participación directa y motivarla en este momento en que es urgente la presencia de todos los mexicanos. Hay que hacer labor en las escuelas, en las familias, en fin, un llamado nacional>>.

    “Así fue como se convocó a una colecta para pagar la deuda de la expropiación. Era una ayuda más bien simbólica pero ¡cómo fue de hermosa la respuesta!”, dice.

    Acto seguido, “empezamos a tener pláticas y planes previos para llegar a decidir que la colecta se llevaría a cabo en Bellas Artes. Se hicieron gafetes con nuestra enseña nacional, que orgullosamente los portábamos todas”.

    Y relata a detalle el desarrollo previo a la expropiación:

    “Se invitó a las esposas de todos los funcionarios del gobierno, así como a sindicatos, asociaciones femeninas, amistades, de todo. Todo mundo se apresuró a acondicionar el lugar y a formar grupos que en turnos, estuviéramos a toda hora recibiendo a las personas que se presentaran. No ha habido una respuesta más bonita que esa. Llegaron con animales, gallinas y borregos, dinero, alhajas, anillos de matrimonio, medallas de bautizo, objetos distintos, miniaturas, de todo. La presencia de la gente fue única. Era muy emocionante, la gente estaba muy motivada, queriendo ayudar no nada más con aquello que estaban llevando, sino que quisieran haber hecho no sé qué para colaborar más. Los niños entregaron sus alcancías. He visto constancias en el Banco de México, de niños que al llevar su aportación se les dio un recibo. Cuauhtémoc y sus amigos fueron a entregar los puerquitos que tenían de alcancías”.

    Dice doña Amalia, como cariñosamente se le conocía, que “fueron días de mucha actividad y grandes satisfacciones. La generosidad y calidad de la gente expresadas en todas las formas, que así respondieron a este acto que marcó para siempre nuestra soberanía económica”.

    Así, “la noche del 18 de marzo, entre las once y doce de la noche, me pidió el General que despertara a Cuauhtémoc y lo bajara a su despacho para tomar una fotografía. Aún medio dormido y recargado sobre el mueble aparece con su papá, conmigo y algunos de los taquígrafos y ayudantes”.

    “Pienso que al general le dolería cualquier reforma por pequeña que ésta sea, que desvíe el noble fin con que decidió la expropiación petrolera. En esta ardua tarea puso su gran talento y el ansia general del pueblo”, argumenta.

    Y afirma que “a los veinticinco años de la expropiación petrolera, los amigos del general quisieron hacerle un obsequio, que consistía en un coche y una camioneta. Al enterarse, le dijo a Pedro Ledesma, que fue quien encabezo la idea: <<Regálenme algo que yo pueda llevar a la gente>>. Se pensó primero en material de construcción, en ayuda a alguna escuela, hacer algún kínder, en fin, hay tanto que se puede llevar. Pero por esos días, con la ayuda de mis cuñados se había instalado el primer costurero en Jiquilpan y de ahí nació la decisión de regalarle máquinas de coser. Lo que se había recaudado para los coches terminó en 350 máquinas de coser”.

    En tanto, “esas fueron regaladas en escuelas y sobre todo fueron instaladas para que las personas de escasos recursos, con deseos de aprender a coser, tuvieran esa oportunidad. Ya que terminaban las clases en las escuelas, por las tardes, podían las madres ir a tomar clase de corte y así tenían la facilidad de confeccionar ropa. Algunas quedaron por Jiquilpan, otras fueron a distintos lugares y las últimas se entregaron en la Mixteca”.

    Por su parte, en las memorias del General Cárdenas se cita:

    “17 de marzo. (…)

    Amalia vive en mis más gratos recuerdos, entre ellos, los de aquellos memorables días del conflicto petrolero de 1938. Tuve de ella un gran estímulo; comprendió el problema que se me presentaba cuando le di a conocer la decisión del gobierno de llegar a la expropiación, y al de cretarse vio cómo respondió el pueblo y trabajó intensamente. Organizó comités de damas que atendieron a las modestas familias que se presentaron con sus pequeños recursos a entregarlos para que el gobierno cubriera el compromiso de la indemnización (…) Actos de verdadero patriotismo palpamos, con Amalia, en el corazón de la humilde familia mexicana. En este aniversario, el recuerdo que se haga en el país, por el acto expropiatorio, le dedico a ella y a las mujeres que revelaron su patriotismo ante el conflicto con el extranjero (23 horas).

 

Lázaro Cárdenas, Apuntes, 1968.

 

Fuente: Solórzano de Cárdenas, Amalia, “Era otra cosa la vida” Iconografía, Instituto Politécnico Nacional, Dirección de Publicaciones, México, 2010.

 

Investigación: Laura Ramos Chávez, Uruapan, 18 de marzo de 2021.

 

 

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