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Dicen que cuando te enfermas es que Dios se acuerda de ti. Yo opino que es una sacudidita o “sacudidota” que nos da para que paremos un poco, nos sentemos y repacemos la forma en la que estamos llevando nuestra vida.
El cuerpo es muy sabio, es un engranaje superior, ninguna maquina se le compara, ahí hay más que órganos, células y líquidos. Hay emociones, hay sentimientos, hay amor, el cuerpo humano es la “Creación del Amor de Dios”.
Cuando enfermas, te sientes atado, sin pensar que la enfermedad es un paso a la libertad, a esa que tu cuerpo quiere. Ahí en la enfermedad se lucha una gran batalla, ahí es donde el ejército que has formado sale al combate, y lucha y se enfrenta al invasor que entro por un descuido del guardia, de ti.
El cuerpo es nuestra fortaleza, nuestro castillo, nuestro reinado, nuestro hogar. Ahí en nuestro cuerpo está todo lo que realmente importa cuidar.
Una fortaleza se forma con un buen proyecto, los mejores materiales y en el mejor lugar. El que escatima en su construcción jamás logrará una fortaleza, a lo contrario será solo un edificio endeble que puede caer con el primer soplo fuerte del viento, o tan sólo con que suba la marea y lo humedezca.
La enfermedad, cualquiera que sea nos hace conscientes de que hemos hecho para enfermar nuestro cuerpo, y de que no debemos seguir haciendo.
Por lo anterior, ante cualquier síntoma, molestia o malestar que sientas, por simple que sea para, pon un stop y voltea hacia atrás, date tu tiempo y rectifica.
La enfermedad, puede hacernos libres o atarnos de por vida… tú decides.
/ Laura R. Chávez.
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