Tuve el gusto de conocer al actor Josepho Ortiz durante el rodaje de la película, » La Cuarta Compañía», extraordinaria cinta dirigida por Vanessa Arriola y Amir Galván. Lo había visto en un filme llamado: «Todos los Días son Tuyos», dirigido por José Luis Gutiérrez Arias. Ahí interpretaba a un personaje apodado, «El Santanero», una interpretación interesante. Su gran parecido físico con el vocalista de la «Sonora Santanera», y su pelo blanco chino en melena, era toda una recreación.
Recuerdo haberlo conocido muy temprano, al amanecer, en esas citas cuando cantan los imaginarios gallos en, «Los Estudios Churubusco», para llamado. Íbamos a un lugar muy especial: «El Penal de Santa Martha Acatitla», en Iztapalapa, lugar de los hechos de filmación de la película.
Josepho iba a interpretar a un personaje muy particular y central en la época a retratar en la cinta: «El Negro», nada más y nada menos que al General Arturo Durazo Moreno. Aquel jefe policiaco durante el infausto gobierno de José López Portillo.
Cuando Josepho apareció transformado en caracterización y ya vestido como el personaje, nos quedamos sus compañeros actores atónitos. Parecían una gota frente a la otra en similitud. «Que bien te va el personaje», recuerdo haberle dicho. Josepho se reía en complacencia, sabía que era cierto. A los actores nos encanta la aprobación de los compañeros. Da confianza. Esta generosidad entre colegas no es frecuente, por desgracia.
Al comunicarnos, al grupo de actores correspondientes, que ya iban a filmar nuestra secuencia, nos dirigimos al patio principal del penal. Nuestros campers estaban en un pasillo largo, en la frontera del centro penitenciario, ya en su interior, pero no en la parte medular, es decir en el área de celdas y el patio central.
Al ir rumbo al patio, el olor era peculiar, ese que refería el gran Jean Genet en la novela «Nuestra Señora de las Flores», una pestilencia fuerte a orines. Ropa colgada de los internos en las mallas. Un rumor de voces y de saludos alegres de los reos. Policías vigilantes que observaban tu paso. Un sol que era un espía de libertad externa. Bardas altas que cuidaban cuál gigantes imperturbables. Un reo, como de unos sesenta años, pelo ensortijado entrecano, chimuelo y de dientes muy amarillos, con seriedad absoluta se le acercó a Josepho y le dijo: «Aquí estamos como siempre a sus órdenes mi general Arturo Durazo».
El hombre aquel no jugaba. Lo dijo totalmente en serio. Seguramente sufrió una regresión. El parecido del actor con el «Negro» Durazo era sorprendente. La ficción confundiendo a la realidad. Josepho siguió la corriente del saludo, en total disposición del reo, y recuerdo que le dijo: «Ah, muchas gracias compañero».
La última vez que vi al actor Josepho Ortiz, fue en la premier de «La Cuarta Compañía», su trabajo fue notable. Lo felicité mucho. Él se veía feliz. Su interpretación ya quedó inmortalizada en la perdurabilidad del cine. Seguramente cuando él recordaba ese rodaje no podía dejar de rememorar aquel momento sublime de la vida cuando aquel interno verdaderamente lo vio como al «negro» general Arturo Durazo Moreno.
Hoy Josepho Ortiz es ya una estrella más del firmamento. QEPD su esencia de ser de la bella ficción.
Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México Tenochtitlan
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