Un hecho por demás interesante para la historia cívica y nacionalista de Uruapan ocurrió en 1960, cuando el gobierno de Eduardo Martínez López, en reunión del H. Cabildo del día 16 de junio de ese año, aprobó por unanimidad el “Escudo Oficial” del pueblo de Uruapan, que fuera elaborado por el Teniente Coronel Luis Valencia Madrigal.
Esa fecha, el alcalde Martínez López se refirió a la solicitud presentada por el Teniente Coronel Valencia Madrigal en la que propone se adopte para la ciudad de Uruapan el escudo de su autoría (a sabiendas de que hasta ese año no existía un emblema oficial) y una vez analizado y discutido el caso, se aprobó el mismo con la salvedad de suprimirle el lema que llevaba en la parte superior, que señalaba: «La muy Noble Ciudad de Uruapan», por considerarlo por el H. Cabildo de “inadecuado”, mandándose en consecuencia tener lo sucesivo por oficial y legal el escudo en referencia, con dicha supresión.
Si examinamos las partes que componen el cuerpo del escudo, habremos de reconocer la visión tan acertada que tuvo su autor para integrar un concepto expresivo que hasta la fecha es digno de apreciar y de enaltecer por la vigencia que significan los componentes que reunió en el emblema cívico, y que a hasta la actualidad es parte del pueblo de Uruapan.
Justamente el teniente coronel Valencia logró con atino crear un escudo que le da vida a lo que ha sido la evolución histórica, social, económica y cultural de la “ciudad de la eterna primavera”, como hasta hace tres décadas se le llamara por propios y extraños.
El autor de la obra fue un antiguo revolucionario michoacano que viviera por muchos años en esta ciudad en la primera calle Cupatitzio y al final de su vida radicara en el norte del país. Como un reconocido reconocimiento a su talento y creatividad, el gobierno le otorgó un diploma en el que se le da el título de “Ciudadano Distinguido de Uruapan”, por haber diseñado el escudo de la ciudad.
Ahora bien, ¿Qué contiene el escudo? Une elementos de sello prehispánico, del simbolismo de la mitología tarasca; de la fundación hispana emprendida por el seráfico Fray Juan de San Miguel, de los barrios y la Huatápera; de la unión de dos culturas: la española y la americana; se descubren los colores de nuestra gloriosa bandera. Está el obelisco rodeado de hojas de laurel, en memoria a los cinco mártires republicanos acaecidos en la plaza de Uruapan en defensa de la soberanía mexicana: José María Arteaga, Carlos Salazar, J. Trinidad Villagómez, Jesús Díaz y Juan González.
No podían faltar dos emblemas de la riqueza natural de este pueblo: el río Cupatitzio y la Tzaráracua. Y también el significado que tuvo para la Uruapan la época del Volcán Paricutín, hecho reciente para la época en que se elaboró el escudo.
Las hojas del cafeto fue una propuesta bien acertada ya que Uruapan a través de su historia agrícola puede situarse en dos épocas relevantes: la relativa al café, considerado como el de mejor sabor del mundo y la actual época del aguacate.
La batea es otro recurso acertado ya que es un ícono artesanal de nuestros artesanos que aún practican en maque.
Quizás existen otros referentes –los telares, la charanda, incluso el generalísimo Morelos- que pudieron anexarse al escudo, pero hubiera quedado saturado en elementos.
Es conclusión, un excelente trabajo que hoy cumple seis décadas de haberse aprobado. A continuación nos aproximamos a una breve descripción del mismo:
En la parte superior y coronando el escudo, se localizan los perfiles de un indio y un español como símbolos de las raíces del mexicano, mejor dicho, del michoacano.
En el del recuadro del lado superior izquierdo, se sitúa el símbolo de las nueve capillas de los barrios autóctonos que fundó el misionero Fray Juan de San Miguel en 1533, hallándose alrededor del pórtico de la Huatápera u hospital de indios.
En el recuadro del lado superior derecho, se simbolizan los principales dioses de la civilización purépecha, estos son: “El Sol”, “La Luna” y “La Estrella Resplandeciente”.
Tiene a un costado, los tres colores que iluminan de patriotismo la bandera nacional, orgullo de todos los mexicanos.
Al mismo tiempo, los símbolos de la Orden Franciscana a la que perteneciera el fundador hispano de Uruapan, Tata “Juanito”.
En este contexto, en la parte inferior izquierda se aprecian dos figuras específicas: por un lado, la que representa al volcán Paricutín –que brotara el 20 febrero de 1943-; el otro, es la cascada la “Tzaráracua” (cedazo, en lengua purhembe), la mayor inspiración poética y narrativa de hace más de un siglo; y la última figura que representa al río Cupatitzio, donde lógicamente refiere el autor a nuestro Parque Nacional “Barranca del Cupatitzio”, antigua Quinta Ruiz.
Igualmente, en el lado inferior derecho se colocó el monumento en honor a «Los Mártires de Uruapan», militares pasados por las armas el 21 de octubre de 1865, bajo las instrucciones del traidor de la patria, el intervencionista Coronel Ramón Méndez.
El escudo remata con varias ramas de cafeto, que expresan la gran relevancia que tuvo para Uruapan su cultivo, principalmente durante la época del porfiriato, cuando sus productores ganaron medallas y reconocimientos en Francia, España, Bélgica, Estados Unidos, Inglaterra, por ejemplo.
Y en el centro se colocó una laca diseñada propiamente como un trabajo de maque, sello de identidad artesanal que durante siglos ha identificado en este sentido al artesano local de este pueblo michoacano. No puede hablarse de artesanía en Uruapan, si no se habla del maque, llamado en tiempos pasados “pintura”.
Para concluir, engalana un listón que imprime y sintetiza tres conceptos de identidad que tiene la historia de nuestra patria chica, bajo la siguiente leyenda:
«Salvaguarda del espíritu, la tradición y la mexicanidad».
Sergio Ramos Chávez, Cronista de la Ciudad de Uruapan.
Comments