Allá a mediados de los setenta, Humberto Zurita llegó a la ciudad de México. Viene con la mira de llegar al «CUT», el entrañable «Centro Universitario de Teatro de la UNAM». Humberto responde a esos románticos aspirantes a actor laguneros que veían al teatro como su punto neurálgico de formación. Zurita venía influenciado, humana y teatralmente, de un maestro fundamental, formador de muchachos que hacían teatro amateur en Torreón; el querido mago teatral autodidacta Rogelio Luévano. Humberto Zurita encontró en el «CUT», su territorio de desarrollo. Estudiando actuación con el maestro Luis de Tavira y haciendo teatro, como actor, con el director teatral Héctor Mendoza; quien también fue su maestro. Fue en esos años de 1976 a 1979 que hizo las obras universitarias: «Vámonos a la Guerra», «Don Quijote», «Y con Nausístrata ¿Qué?». Humberto llega a un «Centro Universitario de Teatro» floreciente, con grandes promesas como actores, ahí estudiaban: Julieta Egurrola, Blanca Guerra, Margarita Sánz, Delia Casanova, Rosa María Bianchi, José Luis Cruz, Jaime Garza, Luis Rábago, Verónica Langer, Juan Carlos Colombo, Marco Antonio Silva, entre muchos otras sensibilidades, perdón las omisiones. Este contacto con grandes talentos da a Zurita una entorno favorable de desarrollo sensible y de disciplina actoral. La batuta conductiva de Luis De Tavira y Héctor Mendoza era magnífica, una guía maravillosa. Zurita y su ejemplo abre brechas para los futuros actores laguneros. El «CUT», se convierte en un referente de estudios a seguir. La primera vez que vi a Humberto Zurita en teatro fue en Gómez Palacio Durango, en el «Teatro Alberto M Alvarado», la obra se llamaba «Fuera Máscaras», al lado de Ana Martin, una obra argentina de Sergio Cecco, dirigida por José «El Perro» Estrada. Cuando llegué a principios de los ochentas a estudiar mi carrera teatral a México, lo vi en un montaje que me encantó, aún lo guardo como mis referentes de recuerdo teatral adolescente: «El Rey Lear», de Shakespeare, dirección de Salvador Garcini. La energía teatral creativa de Humberto me cautivó. Hacía el papel de «Edgardo». Su escena con los miserables, fingiendo locura, me es inolvidable. En esa obra, Humberto alternaba con don Ignacio López Tarso, Blanca Guerra, Tina French, Alejandro Camacho, Fernando Balzareti, Ernesto Yañez, QEPD, Alejandro Tommasi, y Rogelio Luévano, su maestro en Torreón, que acababa de llegar a vivir al entonces DF. La obra se representaba en el casi recién inaugurado, hermoso teatro, «Juan Ruiz de Alarcón» de la UNAM. Esa fue la última obra que Humberto hizo en los reductos del teatro de alternativa de búsqueda artística. A partir de ahí él hizo mucha televisión, generalmente en telenovelas producidas por Ernesto Alonso. Ha hecho mucho cine. Yo le destaco su trabajo en una película que me gustó mucho: «El Día que Murió Pedro Infante», de Claudio Isaac. En «Bajo la Metralla», de Felipe Cazals, ganó el «Ariel», por su interpretación de un guerrillero urbano. «Luna de Sangre», de Luis Antúnez y «El Amor es un Juego Extraño», de Luis Alcoriza, son un par de buenos trabajos que lo llevaban por un sendero interesante de actor cinematográfico. Muchos años después, lo volví a ver en una interpretación muy bien lograda, fue en la película «Bajo la Sal», de Mario Muñoz. Dentro del campo teatral comercial, hay dos trabajos actorales de él de muy buen nivel: » Señor butterfly», obra dirigida por el querido maestro José Luis Ibáñez, Qepd. Humberto estaba maravilloso en la recreación de una geisha japonesa. Gran manejo corporal, vocal y de proyección escénica. El montaje era en el gigantesco «Teatro Silvia Pinal». Otro espléndida obra teatral y de gran consecución actoral por parte de Zurita fue en » El Protagonista», del dramaturgo argentino Luis Agustoni, la vida y conflictos de un exitoso actor de teatro. La producción era de » Zuba», empresa productora que tenía con su compañera de vida Christian Bach, QEPD, y con su hermano, el productor Gerardo Zurita. Humberto, Miguel Ángel Ferriz, Alejandro Camacho, Juan Carlos Colombo, Jaime Garza, Arturo Ríos, Luis Rábago, Alvaro Guerrero; Héctor Bonilla, Manuel Ojeda y Gonzalo Vega, estos dos últimos en el cine y las grandes actrices mencionadas líneas arriba, agregaría a Ofelia Medina y a Vicky Valdivieso, son un referente actoral para mi generación de actores, aquellos que estudiábamos teatro a inicios de los ochentas. Humberto Zurita, responde a esos chavazos setenteros laguneros inquietos que con sus búsquedas artísticas hicieron época. Esos lindos bohemios que soñaron realidades en aquel prometéico ‘Teatro Mayrán», (hoy de nombre «Teatro Alfonso Garibay») donde Humberto daba sus primeros pasos teatrales actorales al lado de su guía, el lagunerazo subyugante Rogelio Luévano. Humberto Zurita, un referente, un actor de Torreón que abrió senderos inspiratorios para muchos de nosotros. Por cierto, nunca he trabajado con Humberto, uno de mis sueños es tener la fortuna de compartir a su lado, el escenario teatral, el set cinematográfico o televisivo, así en ese orden. Ahora los dioses del universo harán su labor conspiratoria a este hondo decreto. Amén.
Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México Tenochtitlan.
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