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Historia sucinta del Tianguis Artesanal de “Domingo de Ramos” de Uruapan, una celebración de identidad michoacana

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URUAPAN, UN PUEBLO DEDICADO AL COMERCIO. Desde la época prehispánica hasta nuestros días, Uruapan ha sido un centro de intercambio y distribución de productos entre la tierracaliente y la costa michoacana, así como la meseta purépecha y la zona lacustre.

Al mismo tiempo, en este sentido el Lienzo de Jicalán o Jucutacato expone cómo el antiguo poblado indígena representaba un centro de cacicazgo, es decir, un punto de tránsito del tributo de cobre que se enviaba a Tzintzuntzan, capital de señorío purépecha, para entregarlo al emperador Cazonci.

El comercio promovido en ese entonces fue a través del tianguis comercial que inicia con mayor referencia en la primera etapa conquista, pero se acentúa más en la época virreinal.

Justamente en 1533, cuando el misionero franciscano Fray Juan de San Miguel estableció la fundación hispana del pueblo, por medio del establecimiento de los nueve barrios tradicionales.

Dentro de sus labores misioneras, dice el cronista Fray Alonso de la Rea que dadas las necesidades apremiantes y debido a la afluencia tan numerosa que había de antiguos habitantes en el nuevo poblado que “precisó al pueblo a que introdujera todos los días “tianguis”, a quien nosotros llamamos ferias, donde se vende, compra y trueca, desde las cinco de la tarde, hasta la nueve de la noche, y para evitar la confusión de la noche, así en la feria como para volverse a sus casas, usan los indios atar en unos quiotes, tan largos como una asta, manojos de ocote y tea que, encendidos, hacen una llama muy hermosa; y son tantos, que todo el pueblo parece un incendio troyano, y así venden y compran  y se vuelven a sus casas”. 1

En cuanto al lugar que ocupaba el comercio, La Rea añade que la plaza del “tianguis” era amplio y se extendía, de norte a sur, desde la primera calle del Beaterio (hoy, Corregidora) hasta el Portal de los Gutiérrez (en nuestros días, portal Rafael Carrillo); y de oriente a poniente, a partir del portal de Oriente, (actual, portal Santos Degollado), terminando en la plazuela del Templo Viejo (lo que hoy es plaza y jardín de Mártires de Uruapan).

Cronistas e historiadores han dado referencia de que a mediados del siglo XVI el tianguis funcionaba modestamente, efectuando su comercio a través del “trueque”.

Abundando, al igual que en diversos pueblos de la provincia, Don Vasco de Quiroga en su carácter de Primer Obispo de Michoacán, con gran ahincó fomentó la celebración del “tianguis” o “días del comercio” en el antiguo pueblo de San Francisco Uruapan.

Dicha tradición se preservó por mucho tiempo, aunque ya no únicamente a través del trueque. Prueba de ello, a finales del siglo XVIII, además de las labores agrícolas, en el centro del pueblo se fomentaba la comercialización de diversos de artículos y productos que se realizaba entre pobladores y también con habitantes procedentes de otras partes geográficas, como forma de sustento económico.

Por ejemplo, en 1796 José María Morelos durante su estancia en el pueblo de San Francisco Uruapan, cuando se hizo responsable de la Escuela Cural situada en el Convento Franciscano, hoy Casa de la Cultura; la villa de San Francisco Uruapan “en sí daba la imagen de prosperidad por su mucho movimiento y comercio, en virtud de ser una de las puertas de tierracaliente”, expresa Ernesto Lemoine. 2

Este hecho es reiterativo ya que entre los aconteceres de todo el siglo XIX hay referencias donde se cita sobre la relevancia que registraba Uruapan en materia comercial y agrícola en esta zona del estado de Michoacán, encabezando tal movimiento hacendados de la región, comerciantes locales y fuereños, así como vecinos de los barrios. 3

    A propósito, en noviembre de 1858, durante el gobierno de Epitacio Huerta se decretó el nombre oficial de “Uruapan del Progreso”, quedando atrás el antiguo nombre de Villa de San Francisco Uruapan, hecho justificado por al amplio desarrollo económico que demostró este lugar, gracias al comercio tan generoso que se seguía realizando en los portales y plazas del centro, aunado al cultivo, primero de morera, y varias décadas después, al café, que puso la mirada del mundo en la Uruapan progresista.

    Años posteriores, ya en la época del porfiriato, Carl Lumhotlz afirma que para 1895: “Uruapan puede llamarse la capital de la Tierra Caliente de Michoacán y la Meseta ya que sostiene muy importante comercio. Los domingos, sobre todo, ofrecen sus calles la mayor animación con los indios que llegan de lejos y de cerca, a disponer y vender de sus productos”. 4

En resumen, el pueblo de Uruapan del Progreso por siglos cumplió una función comercial a lo largo de su evolución histórica por medio de los “días del mercado” y de la venta de productos y artículos que se ofrecían en sus plazas, parianes, portales, plazuelas y calles aledañas a la Huatápera, y sin olvidar el mercado público de la plaza Fray Juan de San Miguel, localizado donde ahora se ubica el kiosco nuevo, al oriente de la Plaza Morelos.

EL SIGLO XX, ANTECEDENTES DEL TIANGUIS ARTESANAL.- Con tales antecedentes en materia económica y comercial, Uruapan llega al siglo XX, siendo un eje rector de la región en diversos sectores: agrícola, industrial, comercial, de salud, educación, artesanal y folclórica.

Ya para 1910, previo al levantamiento de Francisco I. Madero, Uruapan ofrecía un panorama envidiable, al ser “un precioso y exuberante girón de tierra tarasca que se levanta risueña, hermosa, acariciadora y hospitalaria, por eso lo llaman propios y extraños: El Paraíso de Michoacán (5); además, “el comercio tiene ahí una actividad asombrosa; todo es paz, vida y movimiento y al simple golpe de vista advierte que está encarrilado por la vía amplia y segura de engrandecimiento”. 6

Y que para entonces, el vergel michoacano contaba con servicio de luz, telégrafo, tren, tranvía, había dos fábricas textiles, dos cigarreras, tres de aguardiente, una de carnes, un teatro de primer nivel, en fin, “los productos de las dos fábricas de hilados y tejidos que existen hoy (San Pedro y La Providencia), compiten con los similares del país y aún del extranjero mismo. Hay una casa empacadora (La Popo) cuyas carnes han ido ya hasta el mercado de Londres, como ha ido también al exterior el riquísimo café que ahí se produce y que es, sin disputa, el más preciado del país”. 7

Bajo este contexto la vida comercial de los arrieros y artesanos procedentes de la región lacustre y la meseta purépecha en Uruapan fue muy difícil por circunstancias de diversa naturaleza, incluso debido al desinterés de gobiernos locales que no consideraban ese sector económico como un factor de progreso, circunstancia que tuvo como consecuencias que los vendedores de loza y artesanías expidieran sus mercancías en diversos sitios públicos.  

Hay una foto tomada entre 1915 y 1920, donde se puede apreciar a detalle a no pocos vendedores de artesanías colocados en puestos a ras de suelo, alrededor del jardín de la plaza de los Mártires de Uruapan, antigua Plaza de Armas.

Por lo tanto, se justifica que en esa plaza cívica llegaron a ponerse artesanos para ofertar sus artículos en nuestra ciudad, aunque muy probablemente en distintas fechas del año.

En la imagen se ve una gran cantidad de gente dispersa, principalmente indígenas de ambos sexos, compradores, adultos y muchos niños. Se alcanza a ver en los puestos: lozas, cántaros, piezas de barro, mesas, sillas, etc.”, tal espacio funcionó muy viablemente hasta la década de los años 40´s del siglo pasado.

En este mismo tenor, para 1925 un enviado especial de la revista National Geographic nos relata que en el ya referido mercado de la plaza Fray Juan de San Miguel, además de ser un lugar de diversión pueblerina fue un centro de concentración de sus habitantes y fuereños, “el más típico de la ciudad es donde se coloca a los vendedores en puestos en el suelo y es el lugar de esparcimiento de los indígenas, y de los arrieros que llegan de la sierra o de tierra caliente a entregar sus productos y artesanías”. 8

Aún en los años 40´s del siglo anterior el mercado público de la citada plaza era un espacio donde se podían pasar horas, y ya en 1949 “sin cansarse de contemplar a la gente comprando sandalias o infinidad de mercancías que se venden en puestos callejeros. El dicho mercado (de la plaza Fray Juan de San Miguel) no es más que una callejuela reducida a estrecho pasillo por los puestos armados con tablas y mantas que delimitan sus costados y protegen del sol de lado a lado del callejón y a todo lo largo, por lo que pudimos ver”, precisa A. T’Sersteven. 9

Hasta este tiempo, por tradición tal mercado era el sitio dónde casi en su totalidad acudían los indígenas artesanos de la zona lacustre, la meseta purépecha y otros comerciantes de la tierracaliente, a ofertar sus productos o a llevar mercancías para sus lugares de procedencia, incluso se aprovechaba la arriería como un medio de enlace comercial, previo a la llegada de los primeros autobuses de transportes público.

A consecuencia del famoso incendio del parián nuevo (ubicado donde se erigió el monumento a Morelos), ocurrido el 31 de marzo de 1951, siendo un acontecimiento que cambió en su mayor parte la arquitectura del centro de la ciudad, los indígenas fueron afectados al no contar con espacios para vender sus productos.

Además, el mercado multicitado ya había desaparecido, reubicando a los comerciantes en un caserón al que pusieron nombre de mercado Lázaro Cárdenas, donde ahora está el Mercado de Antojitos. Y que hace un poco más de siglo figurara como edificio de las oficinas municipales.

Así, los artesanos bajaron la venta de sus mercancías en esa década de los años 50´s del siglo anterior, al no disponer de lugares fijos para ponerse a ofertar lo que traían, y en resumidas cuentas los indígenas que ocuparan puestos en el suelo por varias décadas en el mercado citado, en su mayoría fueron desplazados hacia la Calle 16 de septiembre rumbo a la Canoa Alta, Venustiano Carranza y Constitución, donde comenzaron a vender sus productos, principalmente en periodos de turismo, como la época de la cuaresma. Decir que también las calles de Alvaro Obregón y Madero, y otras más -donde podían- fueron los lugares en que se llegaban a poner los indígenas que venían en las diversas temporadas, no sólo en la cuaresma.

EL NACIMIENTO DEL TIANGUIS ARTESANAL “DOMINGO DE RAMOS” DE URUAPAN.- En síntesis, y aunque de manera informal, con el consentimiento de las autoridades del municipio, el «Tianguis Comercial de Loza» de Uruapan –como era conocido-, bajo este sello de referencia y apoyado por un grupo de ciudadanos de esta localidad de quienes más adelante se refiere, inicia sus actividades modestamente allá por el año de 1960, cuando se organiza y convoca a participar en el primer concurso de artesanías, a los artesanos y comerciantes que se ponían a partir de la esquina de calle de 16 de Septiembre y Juan Ayala, hacia el oriente, es decir, por la calle 16 de septiembre, aunque también como se dijo a los puestos en Venustiano Carranza y Constitución.  

De ahí en adelante, por más de una década se podrían en esta zona del centro de la ciudad los artesanos que solían traer sus mercancías desde su lugar de origen a fin de exhibirlas y venderlas.  

El “Tianguis Comercial de Loza”, “Mercado de Tianguis”, “Mercado de ollas”, “Mercado de las Ollitas”, o “Feria del Barro”, como se le llamara, propiamente era muy distinto a lo que hoy conocemos como Tianguis Artesanal de “Domingo de Ramos”.

Francisco Moreno Duarte hace una interesante descripción del lugar de forma precisa, el cual por su valor histórico se trascribe a continuación:

«Una gran cantidad de objetos cerámicos y variedad de ellos se acostumbra vender el Domingo de Ramos en nuestra ciudad, que coincide con la Cuaresma, esta costumbre se ha hecho típica y tiene una antigüedad que desconozco.

“En el “mercado de ollas”, se ofrecen diferentes tamaños y formas de comales, jarrones, macetas, floreros, etc., etc., desde una semana antes al Domingo de Ramos empiezan a llegar los vendedores de loza y se estacionan en la calle de 16 de Septiembre, y otras aledañas como la calle de Venustiano Carranza y Constitución; estas calles se invaden de ambas banquetas con una enorme cantidad de puestos, que ofrecen una agradable emotividad al contemplar tan sinóptico y estético ambiente en donde se miran cientos de personas hacer el mercado de la más variable y bella alfarería. Duran aproximadamente dos semanas, pero el día de mayor venta y compra ya se ha dicho, es el Domingo de Ramos». 10

Más adelante, Moreno Duarte precisa una costumbre que se estaba perdiendo: «Hoy quedan reminiscencias de lo que en antaño fue una romántica costumbre de «pedir el clásico Domingo de Ramos», los jóvenes enamorados eran los encargados de darle mayor sabor y realce a la tradición. Cuando los novios concurrían a comprar sus ollitas y demás cosas de barro vidriado y de bello color rojo, iban con el pensamiento de que la compra de útiles de cocina y demás objetos decorativos de loza, hecha y vendida el Domingo de Ramos, les ayudaría a contraer muy pronto matrimonio, después de casados se tenía que repetir año con año la misma costumbre para que Dios no los olvidara y les siguiera dando la bendición. No faltaba quien dijera que cuando un matrimonio tenía desavenencias y la pareja se iba a separar, se decía que «esos no compraron loza el Domingo, o deben comprar loza para salvar su matrimonio». 11

Para entonces, es justo reconocer que en cuanto a la organización y los concursos del “tianguis artesanal” un grupo de interesados en las tradiciones y cultura purépechas, principalmente el “Comité Uruapense de Acción Cultural”, apoyó en este sentido. Entre sus integrantes se encontraban: Arturo Macías Armenta, Manuel Pérez Coronado, Elena Román, Arturo Apan García, Bertha Hernández, América Mendoza y Rodolfo Paz Quiroz.

Y ciertamente, como se dijo, en 1960 convocado por comité señalado tuvo lugar el “Primer Encuentro de Artesanos”, a realizarse en la Plaza Morelos, en el cual participaron una veintena de artesanos provenientes de Patamban, Capula, Santa Fe de la Laguna y Cocucho. Las piezas concursantes eran inscritas, calificadas y expuestas en la Huatápera, lugar de reunión de los purépechas desde la época de la conquista. El premio para las piezas ganadoras consistía en un diploma y una pequeña cantidad de dinero aportada por los organizadores.

Al año siguiente, contando con el respaldo del Instituto Nacional Indigenista y el Instituto Nacional de Antropología e Historia, se dio un paso fundamental para el desarrollo del Tianguis ya que los organizadores invitaron al doctor Daniel Rubín de la Borbolla, titular del Museo de Artes e Industrias Populares, como director del concurso.

Se reunieron 60 artesanos y se invitó a participar como consejeros al investigador moreliano Porfirio Martínez Peñaloza, a Amalia Hernández, directora del Ballet Folclórico de México y a Henrietta Yourchenko, de la Asociación de Etnografía de Nueva York.

Luego, en 1968 el Fondo Nacional para el Fomento de las Artesanías, Fonart, se integró como apoyo al concurso del tianguis artesanal. Los periódicos de Uruapan comenzaban entonces a anunciar la llegada del evento, el cual iba volviéndose cada vez más importante. Dos años más tarde, por primera vez se registró la asistencia de alrededor de veinte mil visitantes, cifra sin precedente en la historia del turismo local.

El impacto que se tuvo y al parecer debido a que el concurso tenía problemas financieros por parte del comité organizador, se decidió que las instancias de gobierno correspondientes se hicieran cargo del concurso.

Sin embargo el eco turístico del tianguis aún no era destacable, así, una publicación sobre el folclore y las festividades de todo el país (12), al referirse a Uruapan, para 1968 menciona como relevancia la Fiesta de la Magdalena y la del Barrio de Santiago, luego la Fiesta del 4 de octubre, dedicada al Santo Patrono del pueblo, San Francisco; y la Fiesta del 12 de Octubre, dedicada al Día de la Raza; pero todavía no menciona al ahora tan popular y famoso, “Tianguis Artesanal de Domingo de Ramos”, como una actividad que destacara dentro de la programación del documento en referencia.

Esto es lo que indica sobre Semana Santa:

«1968: Uruapan. Domingo de Ramos. Fiesta importante: Día de los Palmeros. Acompañados por música autóctona, y restallando largos látigos, nutridos grupos de indígenas tarascos desfilan por las calles de la ciudad: son los que fueron a recoger la palma a los montes, para venderla este día. Hay buenos hoteles. Vía Morelia-Carapan-Uruapan 185 km. Pavimentado (d)”. 13

Después de varios años de involucrarse en la actividad comercial, el gobierno del Estado de Michoacán en 1970 fundó la Casa de las Artesanías, que constituyó un apoyo extraordinario al trabajo de los creadores de la entidad. Éstos también se organizaron, conformando la Unión Estatal de Artesanos de Michoacán. El gobierno municipal de Uruapan también se integró al trabajo institucional cuidando a partir de entonces el evento artesanal.

El tianguis artesanal mejoró un poco, y el concurso rindió frutos al disponer de mayores recursos, así en abril de 1971 la prensa anunciaba la visita de 50 mil visitantes a Uruapan, quienes dejaron una derrama económica superior a los tres millones de pesos.

Durante aquellos años, cabe aclarar que todavía no se cambiaba el tianguis de la Calle 16 de septiembre, a las dos plazas del centro (La Plaza Morelos y la Mártires de Uruapan), donde ahora se establece.

  Por cierto, en cuanto a su ubicación, fue hasta la Semana Santa de 1973 (conforme lo dice un semanario local), los expositores y vendedores de loza de barro y piezas artesanales los reacomodaron en la Plaza Morelos, y -¡quién iba a pensarlo!- desde entonces, nunca más volverían a situarse en la calle de 16 de Septiembre y otras calles aledañas.

Ese año y unos más, también en las calles adyacentes a la plaza y a los portales, muchos indígenas y comerciantes de otras cosas, se pusieron a vender sus artesanías, comidas, artículos que nada tenían que ver con la mano del artesano. Fue un tiempo en que hubo demasiada anarquía, por eso se llegó a correr el riesgo de regresar el tianguis a la Calle de 16 de Septiembre o a Constitución y calles cercanas.

Para 1977 eran ya 1,200 los artesanos asistentes al Tianguis del “Domingo de Ramos”, en aquél año, Fonart anunció la concesión del Premio Nacional Purépecha para el mejor artesano, consistente en $1,500 pesos en efectivo. Ya se había cobrado conciencia respecto de la importancia del evento y  el gobernador del estado, Carlos Torres Manzo, vino a entregar reconocimientos a los ganadores.

Así transcurría la vida del tianguis, aunque con muchas necesidades y carencias para los vendedores, por ejemplo, desde finales de los años 60´s y hasta hace más de una década, el artesano muchas veces junto con su familia, llegaba a Uruapan cargado de su mercancía y se instalaba como podía, pues no tenía a dónde llegar, es decir, un lugar de hospedaje económico, barato, accesible, por ejemplo en el modesto hotel “París”, hoy Centro Comercial “Vasco de Quiroga”; comía en donde podía, y casi nunca encontraba algún sanitario para sus necesidades fisiológicas. Había mucha suciedad, de lo que daban informe los medios impresos locales.

En 1978, siendo presidente municipal Eduardo Martínez López, asistieron al tianguis 300 artesanos de distintas partes de Michoacán y como apoyo para el vendedor, el ayuntamiento permitió la instalación de 12 puestos de madera frente al Parque Nacional Barranca del Cupatitzio para promover y vender artesanía.

Por otra parte, en cuanto a los concursos han sido un verdadero estímulo y consideración para los artesanos que vienen a Uruapan. Para citar una referencia, en 1980 Uruapan seguía siendo el escaparate de la artesanía indígena más sobresaliente en todo el Estado.

En tanto que la convocatoria al Concurso del Domingo de Ramos la emitía el Gobierno del Estado y el ayuntamiento local, el Museo de Arte o Industrias Populares, Turismo de Michoacán, la Casa de las Artesanías y la Cultura P´urhépecha, A.C.

El pintor José Francisco Delgado, esto decía de los tianguistas:

“Hoy es Domingo de Ramos, la vieja casona en que Vasco de Quiroga fundara el Hospital llamado Huatápera, luce con gran colorido, los purépechas, artesanos siempre explotados (sic), han descendido de sus serranías, y con sus manos ágiles tejen las palmas que una vez bendecidas servirán para ahuyentar demonios, enfermedades, mal de ojo y mil cosas más…me di gusto admirando conjuntos de indígenas, tejedoras de fajas y de palmas, muchos alfareros, mercancía y músicos de chirimías”. 14

Para 1981, opiniones de visitantes, gente de Uruapan y los periódicos “La Opinión de Michoacán” y “Comentarios”, proponían que la muestra artesanal debía de dignificarse, ser más organizada, con mejor atención al turismo. Debería tener un espacio mejor distribuido y hasta techado, que incluyeran manifestaciones culturales tradicionales, ya que como sabemos en ese tiempo los artesanos se ponían a la intemperie y nada los protegía, se cubrían con manteados, plásticos y hasta sábanas u otro tipo de telas; además por la noche sufrían mucho a consecuencia de la poca luz que iluminaba sus puestos. Sin embargo, el tianguis continuó desarrollándose año con año.

Pasaba el tiempo y no se atendían las necesidades de los artesanos continuaban sin acceso a los servicios más indispensables, y habrían de pasar varias emisiones más para darles una mejor atención.

Su estancia era irregular. Hoy los artesanos se quedan dos semanas a ofrecer sus artículos, antes era un descontrol. Así, allá por 1986, los dejaban en sus tendidos alrededor de quince días, pero hasta un mes llegaban a quedarse para acabar con toda la mercancía que traían.

A pesar de todo, decir que las últimas tres décadas de la historia del tianguis han sido de gran reconocimiento por las acciones de los gobiernos correspondientes que viendo que esta actividad generaba un amplio beneficio comercial, turístico, económico y de fomento a nuestras raíces; generaron una organización más a detalle del macro evento, del tianguis de mayor dimensión en Latinoamérica.

Hechos que poco a poco han logrado favorecer positivamente en cuanto a la infraestructura y crecimiento del propio tianguis, de sus vendedores, de la atención a los turistas y la fiable labor de los comerciantes locales, hoteleros, restauranteros, taxistas, negociaciones, en fin, del servicio que ofrece un pueblo hospitalario.

Precisamente, gracias al interés y responsabilidad del gobierno local en turno, a partir de las últimas ediciones, la organización, los servicios y la atención a los artesanos ha cambiado positivamente, teniendo como misión de atenderlos apropiadamente y siempre con la confianza de que se mejorará al siguiente año.

Agregar que el evento en los últimos años creció a nivel internacional y es de reconocer la difusión alcanzada en diversos espacios y ciudades, tanto en medios electrónicos como impresos. Como un plus, se ha estructurado un rico programa artístico y cultural con invitados de nivel internacional, que son parte del elenco y contenido de la programación.

Hoy el turismo pide mejor trato y está más educado, aunque hay sus excepciones. Por su parte, los artesanos están más acoplados al ambiente que se desarrolla en el tianguis y esto es síntoma de que las cosas han mejorado. Es así como el tianguis artesanal cumple los objetivos trazados como un motor cultural, autóctono, folclórico y turístico de gran relevancia para el orgullo de los michoacanos, y en especial para Uruapan, ¡la ciudad de la eterna primavera y el río que canta!      

Citas:

1 Rea, Alonso de la, “Crónica de la Orden de N. Seráfico P. S. Francisco, Provincia de S. Pedro y S. Pablo de Mechoacan en la Nueva España”. Patricia Escandón Editora. Colegio de Michoacán, Fideicomiso Teixidor. Zamora, 1996.

2 Lemoine, Ernest, “Morelos y la Revolución de 1810”, Morelia, 1984.

3 Miranda, Francisco, “Uruapan”, monografías municipales del gobierno del estado de Michoacán, México, 1979.

4 Lumhotlz, Carl, “El México Desconocido”, publicada 1904, en versión en el idioma inglés. Citada en la obra anterior.   

5 «El Floridor» (1910), reproducido en “Tirabuzón”, 3ª época, número 12, Uruapan, 8 de diciembre de 1935.

6 Ibíd.

7 Ibíd.  

8 National Geographic, (versión en español), tomo I, número 2, México, agosto de 1925.

9 T’Sersteven, A., “Mexique, Pays à Trois Étages”, parís, 1955.

10 «Crítica», semanario local, Uruapan, 17 de abril de 1966.

11 Ibíd.

12, «Calendario de Fiestas Mexicanas», edición especial, Departamento de Turismo del Gobierno de México,  México D.F., 1969.

13 Ibíd. (d) Todavía no se construía la carretera a Uruapan-Pátzcuaro, que comenzó a funcionar desde 1970.  

14 “Comentarios”, semanario local, Uruapan, 13 de abril de 1979.

Investigación y texto: Sergio Ramos Chávez, Cronista de la Ciudad de Uruapan.

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