Gabriel Zamora Mora, nació en Tamazula de Gordiano, Jalisco, por el año de 1897. Pasó su niñez y parte de su juventud en su pueblo natal. Su padre fue don Valerio Zamora, del mismo origen y de oficio panadero; en tanto su mamá, doña María de Jesús Mora, se dedicaba a la crianza de sus hijos, entre ellos, Gabriel.
En aquella época las condiciones precarias del hogar de la familia Zamora Mora eran notorias, síntoma reflejado en muchos pueblos de todo el país, ya en los últimos episodios de la revolución mexicana.
Poco después de concluida esta etapa de la historia de México y al quedar viudo don Valerio, un día se animó a hablar con su hijo Gabriel para platicarle que dos familiares suyos que radicaban en el Barrio de San Juan Evangelista de Uruapan, Michoacán; le aseguraban que allá se vivía mejor que Tamazula.
Después de las pláticas, ambos se pusieron de acuerdo, y partieron al vergel michoacano alrededor de 1920.
En ese entonces Uruapan era una pequeña población progresista, llamada el centro rector comercial y agrícola de la región. Por ejemplo, contaba con varias tiendas de abarrotes mixtas, de ropa, de artículos de primera necesidad, droguerías; mercado público, tren, tranvía, hoteles, mesones, un teatro-cine, huertas frutales en producción, fábricas de cigarros e hilados y tejidos, en pocas palabras, era el lugar apropiado para el progreso de quienes llegaban con ganas de salir adelante.
A los pocos días de establecerse en Uruapan, los Zamora Mora anduvieron por todos los barrios buscando una casa en renta, hasta que al final hallaron una localizada en en el Barrio de San Miguel.
Para el sustento económico, Gabriel consiguió empleo como ayudante de panadero en dicho barrio, que al igual que San Juan Quemado era famoso por las panaderías existentes.
Poco después se independizó poniendo su propio negocio, y resolvió ofrecer a su clientela el tipo de pan que elaboraba su padre en Tamazula de Gordiano, y por la novedad y su preparación llegó a ser considerado uno de los mejores panaderos de la localidad; haciendo y vendiendo su producción en el centro y los barrios de Uruapan con la ayuda de un joven del barrio.
Acto seguido, alguien le recomendó irse a vender su pan al poblado cercano llamado: Lombardía, situado rumbo a Tierra Caliente. Fue y probó suerte, lo hizo por medio de la arriería, cargando en burros una determinada cantidad de pan que acababa inmediatamente que lo expedía. Así anduvo un tiempo hasta decidió abrir plaza en aquél lugar.
Para entonces, el jalisciense Gabriel Zamora ya estaba casado con Rebeca Martínez, una joven vecina del barrio de San Miguel, quien contaba con quince años de edad el día que se casó, hija de don Juan Martínez, de oficio carpintero.
El matrimonio con un pequeño capital ahorrado y algunos créditos, en Lombardía abrieron una tienda mixta en la casa donde vivían, situada en la calle que ahora lleva por nombre Dante Cusi.
Allí, Gabriel Zamora conoció el abuso que se hacía a los campesinos y obreros locales por los hacendados, e inició su espíritu de lucha combativa por el bien de los trabajadores, especialmente por aquellos que laboraban en la hacienda de Lombardía. Pero, además se daba tiempo para apoyar las causas campesinas de los jornaleros de la otra hacienda situada en Nueva Italia. Ambas propiedades de los herederos del italiano latifundista Dante Cusi Castoldi.
Decidido a cambiar la vida económica tan limitada de los campesinos de la región, invitó a vecinos de Lombardía para instaurar una agrupación que se preocupara por los intereses de los obreros, campesinos y peones de todo Michoacán.
Para 1933 el conflicto laboral ya estaba muy candente, puesto que los patrones no cedían ante la exigencia de la clase trabajadora que pretendía mejores salarios, asistecia médica, derechos para el financiamento de una casa y hasta el acceso a una educación socialista, todo bajo el motor ideológico del jalisciense.
La situación empeoró y los patrones no cedían; por cierto, dicho fenómeno se dio en Uruapan en la vida laboral textil con otro mártir: Miguel Rincón.
En fin, los adversarios de Gabriel Zamora identificados con los capitalistas, le mandaron quemar su horno donde hacía el pan y no le permitían que libremente expresara sus ideales a los miembros del sindicato y trabajadores de la hacienda de Lombardía, al ser intimidado por gente de los poderosos.
Justamente, en ese año se organizó un Congreso de Obreros y Trabajadores en Uruapan, a celebrarse en el añorado Teatro Juárez (situado en la calle Madero, esquina 20 de Noviembre), el cual tendría la asistencia de una gran cantidad de obreros, campesinos, empleados, trabajadores, jornaleros, y líderes de la región de Paracho, Uruapan, Taretan. Ziracueretiro, Tingambato, y por supuesto de Tierra Caliente.
Ya estaba preparados los camaradas de Lombardía para su partida al congreso, abanderados por Gabriel Zamora quien conocía muy bien el camino a Uruapan, cuando aconteció lo que nadie esperaba. A medio tránsito al vergel michoacano, unos individuos instruidos en acabar con la vida del líder Zamora Mora lo asesinaron a balazos desde la parte alta de un cerro, quedando por lo tanto en desamparo su joven esposa Rebeca, ahora viuda y con cinco hijos, entre ellos Hilda (quien fue entrevistada en la ciudad de Uruapan, el 18 y 19 de agosto de 2004).
Pero no conforme los asesinos y la gente de los capitalistas actuaron con una venganza enfermiza; su casa fue saqueada, destruida. Ropa y muebles, abarrotes, jarcia, medicina, etc. todo fue despojado. No quedaron nada de pertenencìas, ni ningún recuerdo escrito o de archivo de Gabriel Zamora, mucho menos fotografías, ni documentos de interés histórico.
Aunque hace no menos de dos décadas, de acuerdo con su hija Hilda Zamora, en una investigación sobre este personaje, llevada a cabo por el político priista Jerjes Avellaneda, ex titular de Cultura, sostenía que el único acervo fotográfico y datos valiosos sobre su padre, aquél los tenía en su custodia.
Sobre el asesinato hay pocas referencias, se ha publicado vagamente y hasta la fecha no se han aclarado cabalmente los hechos ni responsables del asesinato.
Algo que no podemos de dejar de reiterar es el reconocimiento que tiene el Uruapan “siempre” hospitalario, al ofrecer alojamiento en el Barrio de San Miguel a este mártir de Lombardía quien hasta se casó con una joven de ahí, lo que al final le permitió seguir el desenlace de su destino en tierra caliente. Ya que me pregunto: ¿Qué hubiera pasado si no llegara a vivir en Uruapan?
Para concluir, el desenlace de la historia de un humilde panadero originario de Jalisco que llegara a Uruapan antes de convertirse en líder campesino tuvo un reconocimiento póstumo.
Así, dejando atrás el nombre de Lombardía, en 1955 se decretó la creación del municipio que lleva su nombre: Gabriel Zamora. Y por consiguiente, también la cabecera municipal se llama así.
Hoy el municipio de Gabriel Zamora como territorio geográfico incluye Charapendo, El Capire, Casilda, Los Cajones, El Huaco, Tequerán, entre otras comunidades.
No cabe duda que a las dos ciudades michoacanas: Uruapan y Gabriel Zamora, las hermanó una causa defensora del trabajador y jornalero agrícola, bajo un líder llamado ¡¡¡Gabriel Zamora Mora!!!
Texto, Sergio Ramos Chávez. Cronista de la Ciudad de Uruapan.
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