El surrealismo se considera una de las corrientes artísticas de mayor influencia del Siglo XX. En sus fantásticos mundos visuales los objetos cotidianos cobraron una importancia central, fueron alterados, ironizados o fusionados en extraños seres hermafroditas. Así surgieron varias obras clave del arte moderno como la «Rueda de bicicleta» de Marcel Duchamp (1913) o el «Teléfono Langosta» de Salvador Dalí (1936).
El surrealismo fue fundado en 1924 por André Breton con el primer manifiesto surrealista y se convirtió rápidamente en un movimiento internacional al que pertenecieron numerosos escritores, artistas y cinematógrafos. El subconsciente, los sueños, las obsesiones, la casualidad y lo irracional fueron solo algunas de las fuentes a partir de las cuales los surrealistas crearon una nueva realidad artística. Desde la década de los 1930 sus ideas empezaron a influenciar también el diseño y, apartir de la década de los 1940, el surrealismo se convirtió en una verdadera tendencia que marcó el estilo de la moda, el mobiliario y la fotografía y llegó a ser protagonista de las portadas de revistas como «Harper’s Bazaar» y «Vogue».
El surrealismo sigue ofreciendo hasta hoy múltiples estímulos para los diseñadores, ya sea con los motivos de sus imágenes fantásticas, su enfoque subversivo o su interés por la psique humana.
Dicho de otro modo, hasta hoy esta corriente artística sigue siendo el diálogo entre el surrealismo y el diseño. El surrealismo ha animado a los diseñadores a buscar la realidad detrás de lo visible y a crear objetos que ofrecen resistencia, a romper con las costumbres y abandonar lo cotidiano. El surrealismo liberó al diseño de la posguerra del estrecho corsé del funcionalismo y ha desviado nuestra visión de la forma de las cosas hacia sus mensajes a menudo ocultos. / Texto, Marcelo Gutman.
Imagen (detalle), Danielle Rosselli.
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