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EL 32….CDMX Y CHARAPAN… Por Juan Ramos Chávez

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EL 32….CDMX Y CHARAPAN…

Por Juan Ramos Chávez

 

Iba como a eso de las 12 del día por La Merced, este 19 de septiembre. Ahí, entre papayas, melones y uno que otro venderos de nopales, escuché que se daría la alarma del simulacro del sismo. Yo seguí caminando, me compré unas guayabas de Jungapeo y me enfilé  por la calle Bolivia con rumbo al Zócalo de la CDMX.

 

Me dispuse a ir por unos libros, que luego vendo en las giras que hago para mantener mis gustos, y zaz, llegó la hora de la 1:15 aproximadamente y yo, como si nada, vi que la gente se comenzó a para en medio de la calle, los micros igualmente y de repente que siento que el piso como que se levantaba y se movía, y me dije “Dios, en tus manos pongo mi vida” y la gente comenzó de forma rara a mostrar signos de histeria, pánico y muchas cosas más. Y para que hacerla larga, supe lo que en realidad es parte del miedo, sí, del miedo es que estar cerca de nada y de todo, de vivir y de morir en un instante.

 

Finalmente, como a eso de las 2 de la tarde, mejor me fui a una plaza del centro de CDMX y me esperé un poco, para ya en la noche mejor estar en Michoacán, a un evento donde me hicieron el favor de invitarme, y para ser más concretos, en el mero Charapan.

 

De verdad, el pánico se apropia de uno, en tiempos de crisis, en CDMX, vi claramente que hay mucho nerviosismo y que aunque no lo aparente, hice mi mejor esfuerzo por mostrar la calma. Por eso, quiero desde este espacio, brindarle a toda la gente mi solidaridad por el efecto del sismo.

 

Llegué el día 20 a Charapan, allá era otro mundo y pase del susto a empezar a valorar lo que tenemos, por eso, con atención escuché la misa del padre, que dijo que “dejemos a un lado nuestro corazón de piedra y retomemos el camino de la fe y la luz”.

 

Fueron, tiempos muy distintos, lo mismo que los sentimientos. Un día, antes en CDMX, casi casi me da un infarto por todo lo que vi y al otro, ya estaba escuchando los sonecitos en Charapan. Creo, pues que debemos vivir la vida, con paz, con tranquilidad y compartir lo poco que tenemos, porque un día estamos bien, pero al otro no sabemos. Por eso, siempre mi mundo lo dejo en manos de Dios y el él confío. Digo.

 

Y es que miren, hace 32 años fue el terremoto más intenso en nuestro país y ese mismo día, es decir el 19 de septiembre pero del 2017 sucedió lo mismo. Algo pasa, algo pasa, digo.

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