Feliz situación: vivió para ver la publicación de todos sus libros. Así que que cualquier buena traducción es garantía de estar leyendo su pensamiento fidedignamente. Además dos filósofos-Giorgio Colli y Mazzimo Montinari-fijaron la edición definitiva, fungiendo como investigadores, traductores y ensayistas del corpus nietzcheano; afortunadamente no son los más de 100 volúmenes de Heidegger, son sólo como diez u once obras.
Existe una serie de manuscritos que Nietzsche no quiso publicar: son como su taller o laboratorio, su magma de donde salieron los materiales publicados. Colli y Montinari organizaron los escritos cronológicamente, los tradujeron y los anotaron meticulosamente y se publicaron como Fragmentos póstumos. Fue cuando se descubrió que la hermanita de Nietzsche-nazi de pies a cabeza-, cuchareó los manuscritos: quitó pegó y le puso de su cosecha para halagar a su guía espiritual, a su vez, un devoto admirador del escritor: Adolfito Hitler, nada menos. La Editorial Tecnos los publicó en cuatro volúmenes, cada uno de entre 770 u 875 páginas.
Además Nietzsche forjó una enorme Correspondencia, y vaya que amaba el género epistolar, le fascinaba escribir cartas. Se publicó en español, en orden cronológico gracias a la Editorial Trotta en cuatro volúmenes voluminosos de 500 páginas cada uno, escoliásticamente anotados. La edición francesa, inmejorable, contiene todo el corpus nietzscheano publicado en vida, son 1720 páginas en un admirable ladrillo, pero a la vez ligero, no pesa.
No hay pretexto para no sumergirse con provecho en la obra del padre de la Posmodernidad, un escritor finísimo anti académico; sus libros son herramientas para la vida, dispositivos para la accion: contienen una ética-moral vigentes, una estética-literatura, arte, poesía notables para cribar nuestra situación al respecto y una ontología existenciaria vitalista para decir sí a la vida sin los dogmas de la metafísica Occidental. ¡Provecho! Juan Heladio Ríos Ortega.
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