CDMX.- Falleció Luis Echeverría Álvarez, noticia que en lo personal no me causa ninguna alegría porque durante 50 años fue protegido por la clase política gobernante en México para que no pagara por sus crímenes, al fin y al cabo todos están cortados por la misma tijera y a partir de su sexenio se encargaron de modificar la Constitución Política Mexicana para impedir que los expresidentes y sus cortesanos sean llamados a cuentas, situación que la mayoría de mis conciudadanos desconoce o no quiere entender. Para las nuevas generaciones solo es un nombre más en las crónicas no sancionadas por el gobierno que se ha encargado de ocultar los hechos para que los jóvenes no entiendan la magnitud de sus crímenes, todos cometidos contra la población, esa población a la que juró servir y defender cuando tomó protesta en la sucesión presidencial después de Gustavo Díaz Ordaz, otro desgraciado que, si bien no fue el orquestador directo de la masacre del 2 de octubre de 1968, si encubrió a Echeverría y estaba decidido a tomar acciones similares por la presión ejercida por el gobierno de Estados Unidos que veía peligrar su «negocito» de las Olimpíadas, pero que no contaba con que Echeverría se saltaría las trancas ordenando abrir fuego contra los estudiantes en Tlatelolco, sabedor de que así la Casa Blanca lo premiaría otorgándole la Presidencia de la República para el sexenio 1970-1976. Me tocó vivir esa etapa de nuestra historia siendo muy joven, siendo uno de esos estudiantes a los que el gobierno persiguió y encarceló por el solo hecho de ser joven, rockero y hippie (me sucedió en Acapulco en 1972 y por poco no la cuento) y me decepciona ver cómo la mayoría de los jóvenes actuales domesticados por los medios de difusión tradicionales no tiene interés por conocer y menos por entender que fue precisamente a raíz de este nefasto presidente que México empezó a irse a pique, hasta la actualidad. Baste con saber lo siguiente: nací en 1954 y como la mayoría de mi generación en México, disfrutamos de una estabilidad política y financiera que se acabó en 1976 con el último informe de gobierno de Echeverría donde se despidió de la presidencia sumiendo al país en la bancarrota al declarar la primera devaluación al 100% de nuestra moneda en la era actual frente al dólar. Durante los primeros 22 años de mi vida la paridad siempre fue de 12.50 pesos mexicanos contra un dólar y a partir del 1° de septiembre de 1976 ya era de 25 pesos. Hasta la actualidad un gran porcentaje de la población no comprende cabalmente esta debacle, pero a mi me tocó vivirla en carne propia porque para empezar por esa causa perdí mi trabajo y encima de eso, todo subió de precio al 100% en cuestión de un par de semanas y de ahí en adelante los siguientes presidentes, priístas y panistas continuaron en la misma tónica hasta llegar a la actualidad en que un dólar nos cuesta el equivalente de (ojo) 20 mil pesos, no 20 como le han hecho creer a la población desde el sexenio de Salinas de Gortari (el otro ex presidente de infausta memoria), que le quitaron tres ceros al peso. Para esta gente no existen ni el honor ni la dignidad como servidores públicos, mucho menos el amor a México ni el arrepentimiento o el remordimiento, para ellos siempre ha estado primero el dinero y al pueblo que se lo cargue el carajo, como diría el valedor Tomás Mojarro. Cada que recapitulo sobre estos acontecimientos me indigno no solo por mis propios recuerdos y experiencias sufridos por causa de esta gente (de la represión hacia el Rock Mexicano hablaré por separado ya que significó que muchos perdiéramos la oportunidad de forjar un patrimonio), sino además me enferma haber tenido que entender desde hace muchos años que esta gente es verdaderamente intocable, el caso de Echeverría es el más deleznable ejemplo y en consecuencia es previsible que los demás también lograrán escapar a las garras de la justicia, justicia que merecen las familias de quienes fueron asesinados en Tlatelolco, en la Normal de Maestros, en Acteal, en Aguas Blancas, en Ayotzinapa y así sucesivamente. Las imágenes que comparto, algunas muy fuertes, son el testimonio de la bajeza humana de Luis Echeverría y las he subido para que los jóvenes se enteren, para que entiendan hasta qué grado de vileza son capaces de caer los priístas y panistas con tal de conservar sus privilegios «monárquicos» y que, sea como sea, en la actualidad, aparentemente, estamos muy lejos de volver a vivir este tipo de pesadilla como país aunque tampoco se ha logrado erradicar totalmente. Por eso digo que no me causa alegría la muerte de Luis Echeverría porque logró irse sin haber recibido el castigo que sus crímenes ameritaban y porque queda claro que sus protectores aún medran en los círculos políticos y continuarán protegiéndose entre ellos como los chacales que son. México no merece los gobiernos que ha sufrido, mucho menos nuestros hijos y nietos quienes cada vez tiene menos opciones a futuro porque estos malnacidos vendieron nuestro país. En lo personal he llegado a la conclusión de que históricamente México ha sido vejado por gobiernos europeos, norteamericanos y otros pero lo peor han sido los propios mexicanos traidores, lamebotas, que se han prestado para hundir al país a cambio de dinero. La expresión que más he leído en las redes acerca de esta noticia es que ojalá Echeverría se pudra en el infierno y lo tengan a fuego lento. Lo más seguro es que esto no suceda porque paraíso e infierno son un invento para mantener sometida a la población, esa población que perdió un hijo, una hermana, un padre en las masacres perpetradas por Echeverría y sus sucesores y a quienes seguramente la muerte de este nauseabundo personaje no les traiga jamás ningún consuelo. P.D. A aquellos que comenten que ya no me haga mala leche por temas como este y que le de vuelta a la página, les agradeceré se abstengan de hacerlo, el cinismo no va conmigo ni quiero tener relación con ignorantes e irrespetuosos que no se interesan por su propia historia. La mayoría de los que estuvimos en Avándaro llegamos ahí, entre otros motivos, para honrar a los caídos en Tlatelolco y el Jueves de Corpus aunque no lo hayamos manifestado de facto y le dimos vigencia la frase «Paz y Amor» pero también llevábamos muy presente la consigna del 68: «Hasta la Victoria, siempre»./ Víctor moreno, músico mexicano.
Comments