En la esquina
Columna
Por Cuauhtémoc Barajas
El PRI es aquél que todavía concentra cerebros privilegiados y expertos en las materias del Estado, o el PRI de los corruptos que se han atrincherado en todos los rincones de todos los estados.
¿Cuál PRI veremos? ¿A ese PRI que en el siglo XX encontró la fórmula perfecta para construir, administrar y repartir el poder en un ambiente de relativa paz comparado con el resto del mundo? ¿O a ese mismo que, también por sus tantas fallas, Mario Vargas Llosa terminó por calificar como la “dictadura perfecta”? ¿Al PRI que, llegado el momento, supo transitar y hacer transitar a México hacia el que entonces era el futuro del mundo, la globalidad económica? ¿O al que la usó sólo para favorecer a un puñado de unos cuantos, que ya no supo encontrar más caminos para que ese, el bienestar económico efectivamente generado?, ¿realmente llegara a todas las capas sociales, ese PRI que cuenta todavía con muchos talentos que tienen la capacidad y la formación para mirar con asertividad hacia el futuro, o al otro que se aferra con uñas y dientes al pasado, a ese PRI que fue pero que ya no es y no? ¿podrá volver a ser nunca jamás? ¿A ese que tan lapidariamente retrató Enrique Krauze en La Presidencia Imperial? ¿A ese PRI que en el siglo 20 se preocupó por estar en cuanto pudo a la vanguardia global, o a ese PRI que le está costando un trabajo vergonzoso entender y entrar al siglo 21?
¿El PRI de los maestros del “oficio político” o el PRI de prestidigitadores de la transa y el engaño? ¿El PRI de las grandes reformas o el PRI de los grandes sabotajes? ¿Al PRI que regresó a Los Pinos y en menos de dos años construyó e implementó una serie de importantísimas reformas o al PRI que no sabe defenderlas? ¿Al PRI que recibió hace siete años y medio una segunda histórica oportunidad en las urnas, o al PRI que ha hecho todo no sólo para desaprovecharla, sino también para deshonrarla? ¿Al PRI que reconocen en el mundo como generador de acuerdos y oportunidades, o al que acusan en el mundo por autoritarios y barbáricos? ¿Al que sabe construir consensos o al que los simula?¿El PRI que sabe gobernar o al que confunde el ejercicio de gobierno con la más simple, burda, enana y perversa de las grillas? ¿Al PRI de los dinosaurios, al de los tecnócratas, al de los bebesaurios o al de los cada vez más retrógradas matraqueros del poder?
¿Nos sorprenderá ese PRI, que nos mostraran: ese que se compone de puros elefantes blancos, ese corporativista que ya ni existe en la realidad o con ese otro que a veces parece querer entrar en la modernidad, así sea cometiendo errores y empezando de cero para aprender lo que significa competir en una democracia? ¿Al PRI que sólo interesaban las cámaras de televisión y las primeras planas de los diarios, y que se niega a ver la imagen terrible que les devuelve el espejo de las redes sociales?
A resumidas cuentas: ¿al PRI que sabía leer, traducir y tomar decisiones responsables en función de la realidad o al PRI que sólo sabe fingir, actuar y evadir la realidad? ¿Al PRI que concentra a los hombres de Estado o al PRI que concentra a los ladrones del Estado? Porque todos esos, los primeros y los segundos, son los que siguen en el Revolucionario Institucional.
¿Y si el PRI –antes PRM y antes PNR– entrara en una cuarta, nueva, pero urgente fase de renovación? ¿Una que empezara, tal vez, construyendo una alianza electoral en el 2021?
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