CDMX.- Pocas veces en la vida se presenta la oportunidad de poder platicar y convivir con tus héroes del rock de todos los tiempos. Y cuando por alguna afortunada circunstancia los tienes a tu disposición para comentarles y preguntarles tantas cosas, el tiempo es tu enemigo. Cuando Dio editó su primer trabajo solista en 1983, el Holy Diver, ya había escrito la historia con Rainbow y Black Sabbath, estaba en el punto más alto al que cualquier estrella de rock pudiese aspirar entonces y fue cuando vino a la Ciudad de México a promover su trabajo. Gracias al apoyo de José Luis Pluma y Carlo F. Hernández tuve acceso a platicar con él por espacio de unos 15 minutos y lo que me dejó más impresionado fue su enorme calidad humana y su impecable nivel de educación, digna de cualquier caballero a la vieja usanza. En pocas palabras, me trató de poca madre, como si nos conociéramos de toda la vida, creo que en buena medida porque le comenté que tocaba la batería con mi banda, Medusa (le encantó el nombre), y me autografió no solo el Holy Diver sino además también todos los de Rainbow y Black Sabbath donde él participa. De hecho el Holy Diver me lo dedicó con la leyenda «Keep pounding the drums Vic» (Sigue pegándole a los tambores Vic). Hoy se cumplen once años de su partida y confirmo lo que comparto en mi texto, Ronnie James Dio dejó un hueco imposible de llenar no solo en el heavy metal sino en el rock en general. Un enorme talento evidente en todos sus trabajos que inevitablemente me lleva a reflexionar sobre la también enorme diferencia en cuanto a su conocido manejo del ego en comparación con otros mega estrellas del rock internacional que por si solos se han quemado ya sea por racistas, drogadictos o sobre valorados. Y lo comprobé en persona, el chaparrito (era más bajito que yo que mido 1.67), dejó la tranca muy alta no solo para quienes se dediquen al rock o cualquier otra disciplina artística. Dejó ejemplo de talento, disciplina, integridad y sobre todo, respeto para quien más debe interesarle al artista: el público. Mi generación fue afortunada de haberlo tenido y disfrutado. Hasta allá donde él está, tal vez entre el cielo y el infierno (Heaven and Hell), seguramente continuará recibiendo nuestras mejores vibras a través del universo. ¡Gracias por darnos tanto maestro! / Víctor Moreno, músico mexicano.
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