«Tiranos, ¿por cuál razón, (siendo las mujeres, de las dos partes del género humano, la una que constituye mitad), habéis hecho vosotros solos las leyes contra ellas, sin su consentimiento y a vuestro albedrío? Vosotros nos priváis de los estudios, por envidia de que os excederemos; de las armas por temor de que seréis vencimiento de nuestro enojo los que lo sois de nuestra risa. El adulterio en nosotras es delito de muerte, y en vosotros entretenimiento en vida.
No hay sentido nuestro que por vosotros no esté encarcelado: tenéis con grillos nuestros pasos, con llaves nuestros ojos. Hoy es día en que se ha de enmendar esto, o con darnos parte en los estudios y puestos de gobierno, o con oírnos y desagraviarnos de las leyes establecidas, instruyendo algunas en nuestro favor, y derogando otras que nos son perjudiciales.» FRANCISCO DE QUEVEDO: «La Hora de Todos y la Fortuna con Seso» (fragmento).
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