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¡Cómo eludo mis cumpleaños!

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RITUALES. MI CUMPLEAÑOS.
Chismesillos, indiscresiones mías.
Desde adolescente me sorprendía que se celebraran los cumpleaños, y que para tal hubiera pasteles, comidas o fiestas.
Me sentía incómodo ser el centro de la atención. Desde hace mucho nunca digo la fecha de mi nacimiento para evitar recibir regalos o ser festejado. Los humanos somos extraños y somos un enigma hasta para nosotros mismos, yo no soy la excepción pues. En el trabajo te dan ese día “por usos y costumbres”, no asistes y tienes todo el día para ti. No sé si lo vi en un filme lo leí o qué diablos pero me construí un ritual para la ocasión y poco a poco lo fui aggiornamentando, mejorando, refinando y hasta la fecha lo cumplo al pie de la letra. Desde hace mucho pero mucho aprendí que tu diva no debe saber la fecha de tu cumple porque te va a dar regalos, en nombre del amor te van a secuestrar por siempre ese día; te va a llevar a comer, al cine o a reunirnos con un amigo, y en la noche mogambo, rock´roll y te vuelves su rehen cada aniversario.
Me levanto, unos minutos de ejercicio, un trago de café y a la ducha. Me visto, me llevo un libro muy delgadito pero denso tipo El nacimiento de la filosofía de Giorgio Colli, de editorial Tusquets.
Me voy a Jekemir, La Habana, o El Cordobés me tomo un café con algo de fruta; leo un poco y salgo a caminar la ciudad, al Centro y la Zona rosa. Voy a Artículos ingleses y me agencio un desodorante, una fragancia, unos jabones, o cualquier cosita, para no cargar mucho. Ese día no paso con mis queridos amigos libreros, bibliófilos de pasaje Condesa que está pegado a Minería porque ahí me paso las horas platicando: hablamos de sexo, “arte, amor y todo lo demás» y haciéndome de libros pesados. De ahí me voy caminando por Reforma; antes había una librería en Amberes, se llamaba Dalis, me la enseñó Gustavo Sainz, me dijo, aquí está todo lo que quieras de cine. Ensayos cinematográficos, libros dedicados a un solo filme, una biografía de algún director, actriz o actor, ya saben, John Wayne, Heidy Lamar, Humprey Bogart, Douglas Sirk, John Ford, Howard Hawks, Billy Wilder, etcétera, pero también había novelas policiales o literatura contemporánea tipo In cold blood o Sanctuary. También tenían cucherías como pisacorbatas, mancuernillas, abrecartas, naipes estilizados, gaznés, corbatas; la dueña era una gringa y los que iban eran sus clientes de siempre. Era una isla de snobs, sólo se hablaba ingés, ja ja ja. Yo no hablaba con nadie sólo iba por mis joyas cinéfilas. En alguna boutique compro una playerita, cualquier cosa que no pese casi nada. Yo sólo me compro un librito o dos en Gandhi o El péndulo, delgaditos, ligeros para no cargar: sigo y me tomo un espresso en donde esté sabroso y me voy al cine a una función de mediodía, infaltablemente; el café es para darme el prendón y no dormitar al estar viendo la película. Luego salgo del cine como a las dos, tres o cuatro de la tarde y ya es hora de comer: voy al Canto de la sirena por unos pulpos en su tinta o una mojarra pequeña, o a la comida vegetariana del Jug, o a Chon y Chano por una sopa de nopal y dos quesadillas de flor de calabaza y queso, con mucho epazote; sin cerveza, sólo una naranjada; quiero estar lúcido y seguir caminando mis calles de siempre; además no soy nada connaisseur de comida, no sé nada de platillos especiales ni conozco muchos restaurantes, y pues no hay que comer mucho, sino ligeramente porque falta caminar. Pasaba a Tower Records, Mix-up para ver todo y claro las novedades y compro un CD eso es imprescindible, o un DVD, no más. Creo que el secreto para aguantar tutto il santo giorno caminado es comer poco y tomar mucha agua. Ya en la tarde noche noche termino en el Sanborns de los azulejos, porque me gusta su café si está fresco y bien hecho; de preferencia me apertrecho en un gabinete, ahí tengo espacio para revisar al detalle, mis auto regalos, y leo y leo hasta ya tarde; procuro leer unas treinta páginas mínimo cada uno de los dos libros recién adquiridos para no comprar repetidos y nunca me ha fallado. Llego a mi choza, me cepillo los dientes y…mañana será otro día.
Así es como desde siempre eludo ese día tan latoso para mí como lo es “mi cumpleaños”

Juan Heladio Ríos Ortega

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