By 
Me sube una ola de felicidad hormonal por el cuerpo y me siento satisfecha y querida por mí. Al fin. Ha sido una gran experiencia. Voy a tardar días en digerir el aprendizaje teatral y vital de esta gira personal.
Chile ha sido un remolino de vivencias, de sumergirme en el amor y el miedo, de ver lugares que jamás hubiera imaginado. La residencia en Margolis Center ha sido desafiante para mi ego, y un empujón como actriz. Ambas han hecho un gran recorrido de kilómetros internos.
Avión, lugar de paz, lugar atemporal, una suspensión entre lo que vino y lo que sigue. El permiso de soñar y recapitular, una suerte de coma en la gramática vital.
Me encanta la suspensión. Me ha aterrado tanto tiempo, que de tanto practicarla ahora me siento más cómoda ahí que en el impulso; y ni que decir tiene que en la inercia.
Yo, la que no sabe despedirse, la que siempre quiere más… Esta vez, aunque una parte de mi siga haciendo planes para volver, (y es probable que suceda) lo que deseo profundamente es implosionar.
Volver a la matriz.
Este viaje me ha servido para saber que puedo conseguir metas que parecen lejanas, tocar el sueño con las manos y sentir que la realidad siempre es más dura y rica que la ilusión. Pero también me ha hecho valorar mucho dónde estoy parada, (si es que seguimos utilizando la metáfora del lugar).
Hay algo que sólo una parte desapercibida de mi, sentada y tranquila, sabe. Y no lo quiere gritar, no quiere luchar por ser escuchada. Está ahí, como una mujer sólida, atractiva y compasiva, mirando con paciencia. Quiero descubrir qué hay en su mirada confiada.
Sin precedentes. Incomparable. Chile.
Intento relacionarlo con lo conocido. Una mezcla entre España y México, pero eso es reducir la experiencia./ Xana Sousa, actriz ibérica.
Comments