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CMDX.- Hoy anduvo por Michoacán el Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, en la zona de la tierra caliente a fin de abanderar la inauguración de la “Unidad 18 Geotermoeléctrica de los Azufres”, lo acompañó mi amigo el gobernador Silvano Aureoles y más allá del acto ceremonial y el motivo fundamental de la visita de AMLO; causó revuelo entre los colegas periodistas de aquella región la presencia del “Inmaculado”, del “Divino” Manuel Bartlett Díaz, quien hace no menos de una semana que se transformó en una persona bienhechora, “un Santo Iluminado”, desde que pertenece a la 4T.
Al principio su discurso estuvo lleno de bobadas, payasadas que lo hacían ver como un ridículo y no dejó la oportunidad para enunciar reclamos al pasado priista, además de elogios hacia el ejecutivo federal, donde le recordaba su lucha contra el sistema mexicano (¡aplausos!); pero, curiosamente nunca declaró las nulas acciones que desarrolla dentro de la CFE como su titular, ¡debemos ser realistas!, los hechos lo demuestran, un funcionario inoperante y sensacionalista.
Sin embargo, Bartlett Díaz es un viejo lobo de mar, un camaleón-dinosaurio –en palabras de la época de los priistas, de donde procede-, es ahora un respetable pudoroso, ¡está libre de toda corrupción y fraude! Conforme lo vertido en su declaración patrimonial y avalado por el gobierno en turno según lo expuesto por la Secretaría de la Función Pública (SFP).
¡Qué pena que un anciano de 82 años, mañoso!, sin experiencia y sin conocimiento técnico, dirija y haga puros disparates en el interior de la Comisión Federal de Electricidad; a la par de su trayectoria como funcionario, hoy muchos periodistas se preguntan: ¿Por qué no se abre un expediente a Bartlett del caso que llevó a Salinas al poder y dejó en vista de todos el fraude electoral abanderado por este arcaico enfermizo de poder?
Por cierto, el exsalinista estuvo más de 50 años en la nómina del estado ¡corrupto!, en el Vicente Fox, de Felipe Calderón y el de Enrique Peña Nieto, quien junto con sus respectivas camarillas les bastaron sólo 18 años para hacerse de lo inimaginable, millones y millones de pesos que engrosaron su cartera. / Juan Barrientos Figueroa.
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