Hace tiempo escuché al Dalai Lama en su visita a México. Decía que la meditación debería considerarse en la educación de los niños, con el objeto de crear seres sensibles, abiertos al respeto a la vida y a sus semejantes. Seres con inclinación a la paz y no a la violencia.
Me pareció un argumento potente y profundo, un pensamiento capaz de transformar desde la raíz. Por supuesto en México, en su atraso monumental educativo, por parte de sus autoridades, y por parte de padres irresponsables, esto ha pasado desapercibido. Los padres en sus casas deberían aplicarlo. El problema es que hay un absoluto desconocimiento a estas prácticas capaces de transformar al agitado, agobiado y convulsionado ser humano contemporáneo.
En la educación de los niños agregaría el acercamiento a las artes. Estas manifestaciones son capaces de arrobarnos. De que viajemos por medio de nuestra creatividad. De que juguemos y recuperemos al niño perdido, ellas acercan al ser humano. Lo hacen convivir, crean equipo, crean posibilidades para acercarse a la naturaleza. Son capaces de rescatar a nuestro ser para engrandecerlo y ser mejor. Un ser pleno, capaz de ver la vida en todo su carrusel de posibilidades. Le dan al corazón del hombre capacidad de ser comprensivo, humano, espiritual, gozoso.
Necesitamos una verdadera revolución educativa. Una forma de crear un mundo con mejores rumbos, con expectativas de real y vivo optimismo. Necesario es que el hombre vea hacía su interior. Que crea en principios. En valores espirituales. Que respete a la vida. Ahí reside la posibilidad de salvación. Hoy somos presos de lo material. De lo exterior. De las apariencias. De la mentira. Del miedo a sentir y ser comprometidos con nuestro mundo, con nuestras parejas, con nuestros hijos, con nuestros amigos, con nuestro prójimo. Hoy todo es desechable y provisional. Aún es tiempo de salvar lo irremediable, en este caso los niños. Hacer de ellos una posibilidad de una mejor civilización.
Cuanta razón cabía en el maestro Dalai Lama.
Raúl Adalid Sainz, Cd de México Tenochtitlan.
Nota: Este escrito fue hecho en 2016 y fue publicado en el periódico virtual, » La Otra Plana». Hoy 10 de Enero del 2020, me entero de un niño que atentó con arma de fuego, contra la vida de su maestra y compañeros en un colegio de Torreón. El niño de 12 años terminó quitándose la vida.
No pude dejar de recordar la película » Elefante», de Gus Van Sant, y » Masacre en Columbine», de Michael Moore. Película y documental tremendos que exponían la barbarie que viven los Estados Unidos y el daño que pueden causar los video juegos en los niños y adolescentes.
Raúl Adalid Sainz, desde la consternación en México Tenochtitlan.
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