Angélica María es un personaje fundamental en la historia del Rock Mexicano en cuanto a su aportación como cantante pionera en la etapa intermedia entre el rock and roll y el Go Go (1962-1966). Siendo su origen muy relacionado con el medio artístico de entonces a través de su mamá que era productora de teatro y cine, no es de extrañar que desde el principio, como cantante, haya sido encaminada a construír su carrera en base a formulas comprobadas y gracias a ello logró un lugar preponderante en el medio. Por pertenecer a esa generación se le ve históricamente como un referente obligado de nuestro rock y lo es, más no todo lo que hizo fue tan rockero como tampoco fue tan fresa, porque ese era su discurso y personaje en las películas que hizo en los sesenta, el de la niña bien con ganas de ser traviesa. Cuando filmo «La Verdadera Vocación de Magdalena» (la referencia bíblica es manipuladora),no fue la excepción y aunque el director de apellido Hermosillo y el resto del equipo de producción se montaron en la cresta de la ola generada por el Festival de Avándaro, la realidad es que el público no la identificaba con el movimiento rockero de entonces, de hecho como artista «juvenil» ya estaba entrada en años para dirigirse al sector de los hermanos menores de quienes conformaban su verdadero público. Siendo una cantante con trayectoria respetable y una actriz medianita, en el momento de hacer esa película la hicieron acompañar por el grupo que había ostentado el lugar más alto en ese momento de la explosión de la Onda Chicana, «La Revolución de Emiliano Zapata» quienes evidentemente tuvieron en esa película un escaparate de gran nivel (para la época) que aparentemente debía proyectarlos todavía más arriba y más lejos, lo cual no sucedió ya que en realidad estaban viviendo el preámbulo de la represión a nuestro rock lo que los llevó dos años después a dar un golpe de timón para cambiar de estilo en aras de sobrevivir como «artistas». La película por si sola es bastante incompleta sin llegar a ser totalmente mala, el director y el equipo de producción no supieron sacarle jugo a una historia que daba para más y se quedaron en la fórmula de siempre, relatar una anécdota de familia disfuncional con tintes «simpáticos», porque supuestamente estaba dirigida los jóvenes quienes de acuerdo a la tradición del cine mexicano debían seguir siendo dóciles y decentes aunque hayan estado en Avándaro (eso sugiere la moraleja). El grupo es desperdiciado como tal (no es una película de rock, aún con las escenas del festival) y sus integrantes en sus escasas intervenciones son reducidos a una suerte de cliché mezcla del personaje cinematográfico de Ringo Starr con Fernando Soto «Mantequilla». La canción del video es notoria precisamente porque en ese momento se salía de lo que Angélica María acostumbraba a hacer aún cuando en esencia no deja de ser ella en su estilo, en lo personal me parece una incursión innecesaria que no aporta lo que la historia sugiere, el personaje nunca deja de ser medroso e inseguro aunque se comporte «audaz» cuando decide tener sexo con los integrantes del grupo en una suerte de discurso «liberador» ante los ojos de las mujeres (Magdalenas) de entonces. Quienes acudimos al cine a ver esa película nos quedamos con las ganas de escuchar «Nasty Sex» lo cual nunca sucedió y creo fue un error no incluírla. En la secuencia del festival la propuesta que el grupo manejaba entonces se nos presentó diluída, edulcorada y hasta sobreactuada por parte de los extras y las chicas coristas evidenciando la búsqueda de identidad y re-posicionamiento por parte del grupo que empezaba a verse desplazado por otras propuestas de más envergadura de los demás grupos que en ese momento empezaban a deshacerse de la etiqueta de la OndaChicana. Lo rescatable de esa película es la actuación de Carmen Montejo como la castrante mamá de Magdalena, se come a todo el elenco, las secuencias auténticas de Avándaro y la canción de salida de la película, puesta ahí con eficiente puntería, «Preludio a la Felicidad» cumple su cometido como fondo sonoro al epílogo de la misma donde queda abierta la situación para que el personaje, ya convertido en promisoria cantante vuele sola de ahí en adelante (porque su pareja, el personaje de Javier Martín del Campo está claro que no llegará lejos tocando la guitarra en un grupo de rock). En conclusión, «La Verdadera Vocación de Magdalena» como película vale la pena más por la escenas de Avándaro como testimonio histórico que por otra cosa y ello hace que la secuencia donde supuestamente tocan ahí se sienta muy forzada acentuando el tono aburrido en el que manejan el relato porque lo que representan ahí está muy pero muy alejado de lo que sucedió en realidad en ese escenario que, curiosamente, es el original del festival. Es una película más en la chabacana filmografía de Angélica María y realmente no hizo mucho por la carrera de «La Revolución de Emiliano Zapata» quienes después de filmarla empezaron a desbandarse./ Víctor Moreno, músico mexicano.
Comments