ALZHEIMER o PARKINSON. Un dilema ontológico
Estas dos enfermedades degenerativas del Sistema Nervioso Central, refractarias a cualquier tipo de tratamiento, las cuales antes era de ancianos, ahora afectan cada vez más, a gente joven.
Mi reflexión es sobre un tema trascendente: el de la conciencia de la enfermedad.
En el Parkinson hay lucidez mental, poco a poco aparece la disartria-dificultad para hablar-, tal vez haya bradipsiquia-procesos mentales lentos-pero el enfermo es consciente del pequeño ejército movilizado en torno suyo para asistirlo en todo, pues llega el momento de la invalidez total.
El enfermo de Alzheimer no tiene realmente trastornos motores, pero su conciencia-individual, social, cósmica-, se va diluyendo hasta alcanzar una zona nouménica-imposible de conocer-; jamás sabremos lo que transcurre en su mente.
UN EJERCICIO DE ELECCIÓN INEXORABLE.
Me interesaban los juicios de un grupo de médicos, amiguetes míos, sobre cuál de los dos males es el menor.
Todos prefieren el Parkinson porque son esposos, padres de familia y seguramente tienen una red protectora contenedora y solidaria para asistirlos.
Nuestra existencia está teñida de enigmas: uno es, cómo terminaremos, en qué condiciones moriremos.
Si vives en solitario y no tienes esposa hijos, perro gato o una plantita de bambú siquiera, sabes que tú de la mañana a la noche procuras tu ser, te responsabilizas de cada una de tus acciones con tu persona y el mundo.
Desde esa perspectiva personal mía les dije: en la elección de males elijo el dulce Alzheimer: se pierde la conciencia paulatinamente: este horror-terror de que olvidarás todo, el cosmos, el mundo y tu cuerpo ocasiona un estremecimiento planetario, pero después de aceptar lo incondicionado, no sabrás nada de ti: dejas de comer, no necesitan ropa ni aseo-curiosamente la ropa y el aseo personal es para que los demás nos acepten y somos muy conscientes de ello-moriré de una neumonía y es todo. Si eres radical, sabes que después, no hay nada, lo sabe hasta la tortillera: «no hay más allá, no hay masa ya»: ya no habrá masa, ni materia del universo, pues no tendrás identidad ipseidad psíquica..
EPÍLOGO
Después de haberles espetado mis optimistas conclusiones sobre lo anterior, se produjo un silencio sepulcral y me veían con tristeza infinita, se dieron cuenta cuán mal estoy de la azotea. El más irreverente de ellos me dijo: no nos espantas con tus opiniones de adolescente rebelde: eres un monstruo con piel de oveja pero te perdonamos y te estimamos: todos rieron.
MONÓLOGO DESESPERADO.
Cada quien habla desde su circunstancia existencial y reitero: el dulce Alzheimer es inconciencia y no hay dolor, no hay sensaciones es un nirvana, un Samsara graduales.
Mi bestia negra es el cáncer que ha diezmado a mi familia y fue determinante para que jamás pensara yo en tener hijos.
Frente al apocalipsis personal del cáncer para mí, preferiría el bendito Alzheimer.
Pero nuestra biología tiene el último lance de dados sobre las modalidades de nuestra muerte: las enfermedades ya están genéticamente programadas en nuestra cronobiología y un día se develan, revelan y nos vuelven polvo estelar, para siempre morar más allá del más acá de la dorada y adorada vida. / Juan Heladio Ríos Ortega.
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