Han pasado muchos años desde que vi las primeras películas de Almodóvar: » Mujeres al Borde de un Ataque de Nervios» , » La Ley del Deseo» o aquella subyugante » ‘Atame». Las tres con el actor que quizá más quiere y admira el cineasta: Antonio Banderas.
Ayer vi su último Film: Dolor y gloria. Un testimonio muy personal y vivo del autor. Una esencia de un cine de barrio que huele a pis y aroma de jazmín. Sí, así como ese texto confesional llamado » La Adicción», dentro de la cinta.
La película es alucinante en la emoción. Un juego de las letras que evocan imágenes, recuerdos, cine, amor, teatro, la memoria amorosa a la madre, el primer deseo erótico, la enfermedad, el dolor físico y el de no ejercer la pasión profesional ( el cine), una adicción tardía a la heroína y la redención a la vida nueva pudiendo filmar una película llamada » El Primer Deseo». Un renacer de ave fénix. El cine dentro del cine. Sin olvidar el humor en carcajada de sandía del autor.
La película es un testimonio confesional del autor. Un » Ocho y Medio», de Fellini pero muy a la Almodóvar. Si el alter ego de Fellini era Mastroianni, en Almodóvar es Antonio Banderas. Quien por cierto está espléndido en su interpretación. Logrando plasmar con toda pureza el alma clara y turbia de su gran amigo director.
Qué tanto el personaje de «Salvador Mayo» es Almodóvar y qué tanto es ficticio? Las dos cosas. Mucho, muchísimo es personal y otro tanto quizá la licencia artística del autor.
Lo que sí es que la cinta es de una sinceridad amorosa entrañable. Un entregarse de Almodóvar a sus obsesiones. A su estilo personal de ver la vida. La película es un monólogo a coro por los ámbitos y pasajes del autor desde que era niño en La Mancha.
Sus actrices fetiches participan: Cecilia Roth en un pequeño rol, y Penélope Cruz, como su madre joven.
Mencionar el buen trabajo de actor de Asier Etxiandia quien está maravilloso en su papel de Marcelo. Un actor en desempleo, casi consumido en la droga pero con el deseo urgente de volver a actuar como única salvación.
Viví una sensación de experiencia de vida fantástica en el cine. Almodóvar filma con las entrañas y el arte como consigna. La memoria en este caso es pedazo auténtico de vida.
Uno como espectador ríe, llora, se ilusiona, reconoce, se integra en identificaciones porque el cine en este caso son los ojos del alma.
Almodóvar siempre Almodóvar, así como un tequila tomado en borrachera pasional de Garibaldi oyendo a Chavela Vargas.
Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México Tenochtitlan.
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