Esta pareja de actores laguneros siempre me ha cautivado. Hace muchos años los vi en la «Cineteca Nacional», iban con sus tres cachorros a ver una película. Yo a la distancia los observaba. Un tono imperaba en ellos: La armonía. A Alejandro Bichir y a Maricruz Nájera los ha distinguido algo muy poderoso en los últimos años: ser los padres de los Bichir. Y yo digo: ¡que lindo! Si uno imagina los múltiples sobresaltos que estos dos actores han de haber pasado para sacar adelante a su manada debe ser para crear un poema a la distancia. Líneas y estrofas de odas con un sólo superobjetivo: sacar adelante a los muchachos. La vida amorosa de Alejandro Bichir y Maricruz Nájera es historia romántica. Dos jóvenes que se conocen en Torreón haciendo teatro amateur y deciden irse juntos a estudiarlo profesionalmente a Bellas Artes. Eso fue a los albores de los años sesenta. Sus hijos nacieron en el DF, la hoy llamada Ciudad de México. Siempre he escuchado referencias hacia una constante de preocupación en la vida de estos actores cuando comenzaban: «¿Quién va a cuidar a los niños? «. Esto debió ser dificilísimo para estos dos jóvenes padres actores. Las oportunidades son pocas y no pueden desaprovecharse. Las entradas de dinero son inconstantes en esos primeros cabalgares. Hay una anécdota singular en ellos. Sé que por los años del terrible conflicto entre estudiantes y gobierno de 1968, la familia Bichir vivía en Tlatelolco, los dos tuvieron llamado ese día, los niños se los cuidaron unos generosos vecinos. Al estallar el conflicto Maricruz Nájera y Alejandro Bichir vivían la zozobra de ¿cómo estarán los niños? Muchos años después esta angustia sería reflejada en la pantalla cinematográfica por Héctor Bonilla. La ficción a veces emula la realidad con una gran precisión. No es casualidad, ella se nutre de la vida para magníficarse en una pantalla, en un libro o en un escenario. Héctor Bonilla, era un padre de una familia que vivía en Tlatelolco en la tarde gris de aquel triste 2 de Octubre de 1968. La preocupación lo come pues está trabajando lejano a Tlatelolco y sabe de los disturbios que están ocurriendo en el sitio. La película era la célebre » Rojo Amanecer», dirigida por Jorge Fons. Demián y Bruno Bichir, fueron protagonistas de la misma. Para Bruno y Demián fue revivir el recuerdo de un cementerio que nunca callará el lamento. Aquella vivencia de niños tuvo la oportunidad de sublimarse en creatividad ya siendo jóvenes actores. Alejandro Bichir y Maricruz Nájera son dos románticos guerreros de los buenos. Sus logros individuales son muchos. Alejandro Bichir ha dirigido, actuado, escribe. Dos trabajos recuerdo de él: su dirección teatral en «Malcolm y los Eunucos», misma donde dirigió a sus tres hijos: Odiseo, Demián y Bruno. Como actor, recuerdo su amor enamorado maduro interpretando a «Genaro» en la exitosa película «Cilantro y Perejil», de Rafael Montero. Maricruz Nájera me es imagen presente en una de mis películas mexicanas predilectas: «El Principio», de Gonzalo Martínez. Mi otro recuerdo hacia ella va a la buena cinta de Felipe Cazals, «Canoa». Hoy que los buenos actores Bichir son una realidad profunda me imagino el contento que han de vivir sus padres, este par de laguneros que por medio de la actuación, como oficio de vida, lograron crear un sueño, dar presencia a una utopía que sí fue alcanzable. Mis respetos a Alejandro Bichir y Maricruz Nájera. Un ejemplo de amor y valentía.
Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México Tenochtitlan.
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