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A una gran mayoría de mexicanos les vale “madre” las medidas sanitarias, falta civismo y solidaridad

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No mexicano no es López Gatell, eres tú con tu indolencia. Con el revuelo mental de tus acciones, con tu impertinente modo de actuar, por tu creer que este gobierno es culpable de tu maledicente actuar. Tu irresponsable actuar egoísta ha puesto al país en una situación de elevado índice de contagio por Covid 19.
Hace tiempo André Bretón, fundador de la corriente artística llamada «surrealismo», vino a México, definió al mexicano como alguien más allá de todas sus teorías, análisis y estudios, dijo que a nuestra raza sólo podía entendérsele bajo el velo de la irracionalidad; del absurdo.
Las imágenes en pasados días de enormes contingentes en plazas comerciales de la Ciudad de México, eran incomprensibles. La gente en parvadas a comprar. Sólo se da significancia a la vida consumiendo para muchos. Una sociedad lamentable. Un mexicano que sólo instrumenta la vida en el vacío de lo material. No hay sustancia. Su índice intelectivo es bajo. Cree saber y no sabe un carajo. Absorbe noticias tendenciosas y las da por ciertas. Como un cantinflas opina de todo. Culpa a gobiernos presentes de su desventura según sus intereses afectados. No conoce su historia para comprender el por qué de nuestro atraso económico, social y educativo.
No compatriota desmadroso y descreído no es López Gatell, Obrador y otros políticos los culpables de que México esté entre los países de más contagio por la epidemia, eres tú con tu desmadre de fiestas y reuniones, por tu ignorancia ignorada de no querer creer que este virus es una amenaza a la salud. Por tu egoísmo de sólo pensar en ti. Por tu falta de civismo y solidaridad humana. Sin olvidar el grado de responsabilidad que le corresponda a los políticos en turno.
México y su cielo está lleno de buitres de partidos y sociedad opositora que hacen raja de botín con la epidemia, con los muertos. Con el verbo hipócrita de la crítica. Aún lloran 50 bebés quemados en Hermosillo, desaparecidos maestros en Ayotzinapa, muertes por doquier en guerra de intereses contra el narco, asesinatos cruentos en Tlatelolco, fraudes electorales por doquier, democracia ultrajada, miseria, ignorancia, desigualdad propagada por decenios de corrupción y rapacidad política y social. ¿Dijeron algo entonces, los jilgueros de la información? La pandemia somos nosotros como sociedad: henchidos de racismo, clasismo, egoísmo, de falta absoluta de principios. «Somos como las botellas que se usan en los teatros, con etiquetas de cogñac rellenas de limonada. Otros son rábanos y guayabas, un color por fuera y otro por dentro. Es una cosa de país, está en toda la historia. todos somos hipócritas simuladores, gesticuladores». Sabias palabras del dramaturgo Rodolfo Usigli, en su obra » El Gesticulador».
No acostumbro escribir sobre estos temas. Procuro crear esperanzas con mis escritos sobre el arte teatral, cinematográfico, de actores o el gusto a la vida. Este encierro y manifiestas opiniones, buscando culpables de desgracias, me ha hecho elevar la reflexión.
He generalizado con el concepto mexicano. Ha sido por encontrar sitio a un grueso de sociedad que crece en el absurdo de conceptos masificados, que se vierten como sentencias, adoctrinados por locutores perversos que les dan títulos de analistas. Simples chayoteros sin el hueso enchilado que roer.
Yo celebro al mexicano responsable. Ético. Que absorbe y aprende de sus errores. El que analiza con argumentos. El que sirve con solidaridad a su sociedad. El que se entrega con honestidad y servicio a su trabajo. El que sabe su ignorancia y pregunta. El que es tolerante e intenta comprender su identidad, su raza, el que cree que en México aún hay mucho por hacer en las normas de la inteligencia, comprensión solidaria, en el respeto, en el amor histórico a lo que somos. En el que profesa el diálogo profundo del entendimiento.
Creo en el mexicano que ha pensado en su salud como un sinónimo de respeto y amor a su prójimo. Creo en el mexicano que no ha llenado de epítetos malsanos al que no piensa como yo.
No, no es Obrador, Gatell o demás políticos, somos nosotros como sociedad que no hemos querido tomar las riendas de nuestras responsabilidades como sociedad para construir. Es tan simple como empezar a tener un comportamiento cívico de cuidar nuestra salud. Pero veo que esa simple cotidianeidad es muy difícil de cumplir. Se puede entonces esperar algo más trascendente y transformador?
Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México Tenochtitlan.

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