Arte y Cultura

Ana akhmátova

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Ana akhmátova

Ana akhmátova: (* 23 de junio de 1889, Odessa, Ucrania, † 5 de marzo de 1966).
Domodedovo, Rusia. En el invierno de 1945 el filósofo isaiah Berlin viajó desde Moscú a San Petersburgo. La guerra terminaba poco antes y Berlín encontró una ciudad devastada. Pero esa visita a s. Petersburgo de su infancia no sólo fue un retrato de la destrucción. Al entrar en una librería local, Berlin preguntó sobre el destino de varios escritores, que creía muertos y enterrados. Como Anna que, una de las figuras más destacadas de la poesía rusa pre-Revolucionaria.
Para el asombro de Berlín, que no estaba muerta ni enterrada. Vivía cerca, cerca de allí. Y si Berlin quisiera, sería posible conocerla esa misma tarde. La reunión fue rápida. Por la descripción que Berlín nos legó, que apareció como una «reina trágica» en su porte mayestático. Y aún era posible que, en el rostro envejecido, la asombrosa belleza de una de las más sublimes mujeres de esa ciudad. «un ángel negro tocado por dios», en las palabras felices del muy infeliz osip mandelstam.
Anna nació en 1889, cerca de Odessa, Ucrania. Por la imposición del padre, que no toleraba sus ejercicios poeticos, acabaría abandonando el nombre de familia (gorenko), eligiendo que. Nombre de princesa tartara su antepasado. En las palabras de Joseph Brodsky, la elección del nombre fue su primer poema.
Pero la poesía de que es indisociables del sufrimiento ruso y el año 1917 es, por las peores razones, momento destacado de su biografía poetica. Por las tragedias personales que enfrentaría ya bajo Stalin y por la proscripción de su poesía, considerada personal y decadente por los críticos oficiales.
A todo esto Anna que respondió. De hecho, siempre se negó a abandonar Rusia. No por desprecio ideológico hacia occidente. Que vivió en París y estos años modigliani dejaría pinturas celebres. Que se quedó para testificar, para que su boca borracha pudiera aún gritar: un pueblo de cien millones.
Anna que sobrevivió a ese tiempo. No sólo físicamente, lo que ya no deja de ser una proeza. Pero moral y poéticamente. Como ejemplo de resistencia, Anna de todas las russias legó a su pueblo una imposibilidad de olvido. En 1966, año de su muerte, ese pueblo salió de la calle y, en silencio, agradeció.

– Juan Pereira Coutinho, crónicas.

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