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Como es usual, los encabezados anuncian escuetamente que falleció el director de tres películas de James Bond. Omiten, salvo honrosas e informadas excepciones, que Lewis Gilbert (1920-2018) fue uno de los pilares del cine británico del siglo XX. En efecto, dirigió una de las mejores aventuras de la saga del 007 con Sean Connery (“Sólo se vive dos veces”), la que tal vez sea la mejor cinta Bond de Roger Moore (La espía que me amó), y la que sin duda es la entrada más jalada e irresistiblemente divertida de toda la serie (“007: Misión espacial”), pero también fue el hombre que convirtió en estrella a Michael Caine (“Alfie”),
llevó a la pantalla una de las historias más controversialmente amorosas de los setenta (“Friends”, con su secuela Paul and Michelle) e hizo algunas de las más finas películas de guerra de las que se tenga memoria (¡Hundan al Bismarck!, Reach for the Sky, The Sea Shall not Have Them), por no hablar de muchísimos títulos más en una espléndida carrera que arrancó a finales de los cuarenta y concluyó en 2002 con “Before you go”, protagonizada por su musa Julie Walters (“Educando a Rita”, “Shirley Valentine”). }
En fin, un profesional completo, experto en todos los géneros, quien a la vieja usanza se mantuvo siempre bajo el radar (aunque fue nominado a premios importantes y ganó uno que otro) definiéndose humildemente como un realizador que sólo hacía «películas de entretenimiento». La verdad es que Mr. Gilbert hizo mucho buen cine y, al parecer, tuvo también una larga y próspera vida. Para mí siempre será uno de los más grandes. Descanse en paz./ Texto: Gustavo Moheno.
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