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Hoy he conseguido este simpático libro que habla de otro tiempo, otra sociedad y otros géneros como pueden haber sido los de 1906 cuando fue publicado. Lo cierto es que Susanita, sacó a su familia de la desgracia de haber perdido a la madre, gracias a sus labores y dedicación. El libro matiza aventuras formativas con enseñanzas edificantes y gran parte de tanta felicidad se debe al descubrimiento, de Susanita, de la máquina de coser. Este hecho podría pasar desapercibido al lector no avisado, que no es mi caso. Gracias a las lecturas reiteradas de esta obra magistral como es “El Onanismo solitario o en compañía bajo todas sus formas y sus consecuencias” escrito por el Doctor Garnier y publicado en 1886, yo sé lo terrible que puede ser el fatídico invento de la máquina de coser, y me permito dudar de la honestidad de Susanita.
Y le cedo la palabra textual a la eminencia: “Por su conformación especial, y por no tener un órgano saliente que poder agarrar y manosear, parece que la mujer debe hallarse más expuesta que el hombre a practicar el onanismo mecánico. (…) la máquina de coser obra directamente como un instrumento activo por la conmoción que produce el pedal en la parte inferior del tronco, con su continuo movimiento de vaivén. El mecanismo de frotación de los grandes labios contra los pequeños, y el calor y la excitación que esta frotación produce, provocan frecuentemente el onanismo.” Visitando talleres de costura los médicos pudieron constatar lo siguiente:
“En medio del ruido uniforme producido por una treintena de máquinas, se ve funcionar una de ellas con mayor velocidad. La costurera que la hacía marchar de esta manera era una joven morenita de diez y ocho primaveras. Mientras ella empujaba automáticamente el pantalón que estaba cosiendo sobre la tablilla, se veía animarse su rostro, entreabrirse su boca, dilatarse sus narices y aumentarse el movimiento de vaivén de los pedales con el movimiento rápido de los pies. Se convulsionaron y se volvieron sus ojos, cuyos párpados se bajaron enseguida, se puso pálida, se echó hacia atrás las manos, los pies se detuvieron con flojedad e inercia y se le escapó un grito comprimido seguido de un profundo suspiro que se confundió con el ruido del taller.” Hoy, gracias a la lucha de las mujeres por su emancipación, se ha logrado erradicar el artefacto maldito popularizado por Singer de casi todos los hogares.
Hoy la mujer ya no “cose”. Tampoco lava, plancha, ni cocina. Una nueva moral amanece. Pero, guambia, no bajemos los brazos ni la vigilia, no tenemos un paladín como el Dr. Garnier para advertirnos, entonces es nuestra misión observar las cosas que se pueden hacer con un mouse, un celular, un control remoto, un bolígrafo, una abrochadora, un taladro percutor, una amoladora, una sierra caladora entre otros cientos de objetos diabólicos./ Eduardo Orenstein, uruguayo.
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