La certidumbre llega como un deslumbramiento. Se existe por instantes de luz. O de tiniebla. Lo demás son las horas( )… Lo demás es la nada… Es un momento… El cuerpo se deshabita y deja de ser la transparencia con que se ve a sí mismo. Se incorpora a las cosas; se hace materia ajena y podemos sentirlo desde un lugar remoto. Yo recuerdo un instante en que París caía sobre mí con el peso de una estrella apagada. Recuerdo aquella lluvia. París es triste.Todo lo bello es triste mientras exista el tiempo.
Vivir es detenerse con el pie levantado, es perder un peldaño, es ganar un segundo. Cuando se mira un río pasar, no se ve el agua. Vivir es ver el agua; detener su relieve()… Ser un instante… Verse inmerso entre cosas que son. Después no hay nada.Después el universo prosigue en el vacío su muerte giratoria. Pero por un momento se detiene, viviendo.
Recuerdo que llovía en París. Los árboles también eran eternos a la orilla. En segundos las aguas reanudaron su curso y yo, de nuevo, las miraba sin verlas, perderse bajo el puente. RAFAEL GUILLÉN –
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