La vida es otra si podemos rodearnos de ella. Digo cierta belleza que nada tiene que ver con la vulgaridad del lujo, quien no puede disfrutar de la belleza disfruta del lujo. Hace tiempo usaba una imagen: si sólo hay un cajón de manzanas para usar como mesa, una simple tela lo humaniza y embellece lo que allí ocurra, poner un mantel sobre la crudeza de las cosas, sobre lo duro, sobre lo cotidiano.
Hoy aspiraría a más: a una búsqueda de la sutileza, pero sigo creyendo en ese mantel. Embellecer los días, como meta irrenunciable. Embellecerlos con lo que cada uno desee y pueda, pero quitarles la aspereza que impide que lo mejor sobrepase la línea de flote. Decorar con entusiasmo el escenario, elegir con ternura las palabras, pararse con coraje y desalojar la prudencia del corazón para siempre.
Saberse imperfecto y mirar con rabia al futuro. Agradecer con el alma que el otro exista y que coincidamos con muchos de ellos. Siempre creí en esto. No estaría mal sostener algunas ideas como propias, y ponerles el pellejo, ahora lo pienso y lo agrego. Eso inunda de belleza las cosas, de cierta belleza. Patricia Calo Lustres.
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