Entrevistas y Colaboradores

Mi turno ahora, la historia de una de mis locuras (Arthur Rimbaud)

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Durante mucho tiempo me jacté de ser dueño de todos los paisajes posibles, y pensé que las grandes figuras de la pintura y la poesía modernas eran risibles. Lo que más me gustó fueron: pinturas absurdas, cuadros sobre puertas, escenografías, fondos de carnaval, carteleras, grabados de colores vivos, literatura anticuada, latín de iglesia, libros eróticos llenos de errores ortográficos, el tipo de novelas que leyeron nuestras abuelas, libros de niños pequeños, viejas óperas, viejas canciones tontas, los ritmos ingenuos de las rimas campestres. Soñé con las cruzadas, viajes de descubrimiento de los que nadie había oído hablar, repúblicas sin historias, guerras de religión estampadas, revoluciones morales, movimientos de razas y continentes; Solía creer en todo tipo de magia. ¡Inventé colores para las vocales! Un negro, E blanco, I rojo, O azul, U verde.

 

Hice reglas para la forma y el movimiento de cada consonante, y me jacté de inventar, con ritmos desde dentro, una especie de poesía que todos los sentidos, tarde o temprano, reconocerían. Y yo solo sería su traductor. Comencé como una investigación. Me convertí silencios y noches en palabras. Lo que era indescifrable, anoté. Hice que el mundo girando se quedara quieto./Arthur Rimbaud.

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