En la tapa de la sección de Artes del New York Times recientemente salió una reseña anticipada de la autobiografía de Bruce Springsteen, donde Dwight Garner cuenta, por ejemplo, que a pesar de todos los autos de las canciones del Bruce, el guía no aprendió a manejar hasta mucho después de cumplir 20 años, casi una herejía y una condena en un país sin veredas ni peatones como los USA. Pero hasta entonces hizo dedo, y cuenta que todo el mundo con auto que pasase cerca y parase, lo ha llevado a algún lado. Garner calcula que muchos de los personajes que habitan sus canciones han llevado a Springsteen en el asiento del acompañante.
Hay más perlas en la reseña, por supuesto, como la confesión de que una vez le contagió ladillas a su padre cuando usó el baño después de él, y que cuando sus hijos le preguntan por qué la gente le pide autógrafos les explica que su trabajo es ser alguien como Barney, pero para adultos. Pero yo dejé de leer cuando pase un par de páginas más adelante y me encontré con este fotón. Eso es lo bueno de acceder a un medio como el New York Times en su formato original, que me recuerda cada vez que lo leo eso que uno hace tiempo parece haber olvidado: por qué es que nos gustaba tanto leer el diario.
Todos en el NYT hacen bien su trabajo, y acá el que la rompe es el editor de fotografía, que ilustra la doble interior sobre las memorias de Springsteen con dos fotos, una básica, mostrándolo en la cumbre de su popularidad, Born in the USA. Pero esta es seguramente su capricho, y es mágica: muestra la cara de Bruce Springsteen sosteniendo por primera vez en sus manos su primer disco, Greetings from Asbury Park. Si una imagen vale por mil palabras, está sola es toda una biografía. Su autor es Art Maillet, y está fechada en enero de 1973.
Martín Pérez, argentino.
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