Hace sesenta años que Pedro Infante dejó de existir. Sin embargo su imagen, sus películas, sus canciones, palpitan en el cotidiano de nuestro país. Siempre presente en un cumpleaños con su gran interpretación de las tradicionales «Mañanitas». Presente en sus películas que resulta un éxito en el rating de audiencia. Podemos ver una y mil veces una cinta de Pedro. Algo tienen esas películas que el público las puede ver y ver. Quizá porque son espejo de vida, quizá porque a alguien recuerdas, quizá porque las historias y diálogos son familiares, quizá porque Pedro y su carisma hechizaba el gusto del mexicano. Razones hay y de sobra: veracidad del intérprete, multiplicidad de personajes del pueblo que Pedro interpretó. Situaciones de las historias donde Infante caló hondo en el espectador. Circunstancias de dolor, como la muerte del «Torito» en «Nosotros los Pobres».
El hijo respetuoso al máximo del padre autoritario en «La Oveja Negra». Su carisma y simpatía en la graciosísima «A Toda Máquina». Su gran estatura actoral y de intérprete en su trabajo al lado de Jorge Negrete en «Dos Tipos de Cuidado». Sus buenos dotes actorales para mostrar diferentes facetas emotivas en las tres caracterizaciones que logró en «Los tres Huastecos». Su buena voz y gracia de conquistador en «Los Tres García», Pedro hizo que mucha gente llorara por su amor infinito a su abuela. Muchos espejos de vida vio la gente con las interpretaciones de Infante. Hay dos películas donde Pedro Infante está soberbio como actor a mi gusto. En «La Vida no Vale Nada» y en «Un Rincón Cerca del Cielo». Dos personajes llenos de matices emotivos. En la primera vive un carrusel de estadíos: Un sujeto sin rumbo, borracho, que encuentra objetivo y va a buscar al padre ausente.
En la segunda Pedro interpreta el dolor de la miseria, la ruindad de ésta lo vuelve amargo, duro ante la abnegada Marga López. Infante se vuelve villano, la situación lo torna así. Tiene grandes momentos de actor. Ver para creer, Pedro Infante sólo ganó un «Ariel» y fue por su interpretación en «La Vida no Vale Nada». En el director cinematográfico Ismael Rodríguez, encontró un guía. El explotó el lado natural de Infante. Su ser norteño. Su carisma. Los magníficos guiones de Rodríguez fueron para el lucimiento de Pedro. En una ocasión el director contó en una entrevista que Pedro no quería actuar al lado de don Fernando Soler. La razón que daba Pedro era que don Fernando era mucho actor.
Cómo iba él a actuar al lado de ese figurón. Ismael Rodríguez le dio la confianza y le dijo que era el momento de creer en sí mismo con toda su potencia. Infante hizo un gran trabajo en las dos cintas hechas con don Fernando: «La Oveja Negra» y en la secuela, «No Desearás la Mujer de tu Hijo». Infante trabajó con grandes actores y actrices que dieron luz mayor a sus interpretaciones. Es sin duda Ismael Rodríguez un faro en su carrera.
Un gran director que encontró la luz de Pedro. No olvidar las primeras apariciones de Infante en la pantalla, donde uno veía a un actor acartonado, tieso, sin gran presencia. Vienen a mi memoria: «La Feria de las Flores» y «Mexicanos al Grito de Guerra». En fin Pedro es y seguirá siendo un ídolo del pueblo. El cine mexicano no se concibe sin su presencia. México no se reconoce sin su ser, sin su risa, sin sus canciones, sin su chiflidito al cantar a la amada «Amorcito Corazón». ¡Viva Pedro Infante!
Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México Tenochtitlan
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