Mucho me inspiro esta imagen. Recordé a Carlos Fuentes, cuando una vez que lo entreviste en Torreón, me dijo, que México necesitaba urgentemente educación. Alfabetizar. Si era posible de casa en casa. Rememor’e a Federico García Lorca y su teatro- camión llamado » La Barraca». Su función: llevar teatro a las comunidades rurales españolas. Tarea encomiable financiada por el gobierno de La República Española. Esos llamados, » Los Rojos», por la ultranza derecha española y por los franquistas. Imaginé la intensa y bella labor del profesor Antonio por los campos italianos. Qué hacía al llegar al pueblo. Dónde se instalaba.
C’omo se anunciaba. Qué libros llevaba. C’omo interesar a leer. Cómo se inspiró para hacer esa labor. Vislumbre fantasiosamente un amor que se daba en esos viajes. Un romance de cuento. De película. Una Dulcinea. El ejemplo del profesor italiano me hizo revivir un sueño personal postrero. Llevar teatro a las comunidades rurales laguneras. Crear cine clubs, foros de discusión con los asistentes después de una función teatral o cinematográfica. Dar, servir, compartir el privilegio de haber tenido una educación.
Ese es el ejemplo del profesor Antonio La Cava. Crear sociedades concientes. Que logren respeto personal y por ende al prójimo. Comunidades que logren trabajo conjunto que los lleve a una transformación para su entorno. Gente que respete a la naturaleza. Qué comulgue con la tierra. Qué exija un mejor gobierno. Todo eso logra la lectura, la educación, las artes, la cultura. Al ver la motobiblioteca de la imagen me dije: Un día tomarás tu » Rocinante» y harás camino andante, así como lo hace Antonio La Cava por Italia. Ojalá muchos lo hiciéramos y diéramos, cada quien de acuerdo a su oficio. México en verdad sería distinto. Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México Tenochtitlan.
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