Un amigo de la primaria, siempre habitó en el barrio; yo emigré un tiempo: viví aquí y allá, pero desde hace muchos años regresé a este edén subvertido de la infancia. Tengo cerca todo lo que me gusta: el trabajo, los cafés, restaurantes, librerías, cines. Yo estudié medicina y mi amigo Cruz se hizo coiffeur esthéticien (peluquero cosmetólogo).
Domingos o días festivos me iba caminando a su estética: le llevaba pan, cervezas, café: me cortaba el pelo y platicábamos de arte, amor y todo lo demás-Huxley dice así-. Pasé el domingo a visitarlo, ya llevaba tres semanas sin abrir el salón y me dijo su hijo que murió súbitamente de un infarto fulminante: era una muerte anunciada por sus hábitos, enfermedades y achaques. Y se cerró en mi ser, un mar de historias. Esa misma semana otro amigo desde hacía 35 años, muere repentinamente. También era muy cercano, compartíamos los martes por la tarde y los sábados, toda la mañana.
Otro mundo de música, cine y sus aventuras de editor musical que se incendia. Golpes sordos, quemantes, paroxísticos, irreversibles. A todo se acostumbra uno, también a las ausencias dolorosas. La memoria no es una fuente del olvido, es un oasis, un jardín nocturno y luminoso…
Juan Heladio Ríos Ortega.
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