Tuve un gran amigo, Kommilitone, parte de nuestra trouppe de muy íntimos por lecturas, cine, música que compartíamos tribalmente. Poco a poco se sometió a hormonoterapia estrogénica y progestágena feminizante, psicoterapia prequirúrgica; se cambió de nombre, nos regaló a mansalva sus filmes, libros, su ropa masculina y ahora es una mujer. Cuando lo vi transfigurado por primera vez sentí una tremenda lejanía afectiva, nos abrazamos con frialdad y me costó trabajo decirle su nombre femenino.
Era ya un extraño moral para mí: ya no teníamos nada que nos hermanara. No sé a qué se dedica, anda muy elegante, deslumbrante, apacible: es ahora una mujer sofisticada. Perdí a un amigo: se había roto la privacidad, la intimidad. Yo le deseo toda la suerte, la felicidad, el dinero y larga vida. Pero sí extraño al amigo querido, me brotan algunas lágrimas al escribir esto…
Juan Heladio Ríos Ortega.
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