Hay que festejarlo: la alegría de encontrarme una errata-un error ortotipográfico-en un texto denso, de aventuras metafísicas. La teología contemporánea y los creyentes se enfrentan a la tenebrosa crisis de la fe cristiana, con seminarios vacíos, escándalos inusitados y la dilución paulatina del poder de la religión cristiana. Desde mis tiempos de estudiante de filosofía, a los temas de metafísica y religión, llegué armado con un juicio de Borges, inmarcesible: “ la teología es una rama de la literatura fantástica”.
Sin embargo quedo boquiabierto, fascinando por la imaginación desbordada, en los textos de San Agustín, Santo Tomás, Pascal, Descartes, Kierkegard, Santa Teresa, San Juan de la Cruz, Claudel… Pero me estoy desviando: mi curiosidad me lleva a repasar textos de teología; y heme aquí con este pleito.
El admirable Hans Albert agarrando a martillazos filosóficos a un teólogo, peso completo: Hans Küng, el infinito teólogo enemigo de los recientes Papas. Sólo para decir que encontré en uno de los perfectísimos libros editados en España, una errata: la palabra «gnoseológica»=relativa a teoría del conocimiento, está mal escrita. Como mi vida es un conjunto de banalidades, para variar, cuando encuentro una errata regreso a mi viejo ritual: me voy a celebrarlo a El Canto de la Sirena, con pulpos en su tinta y una cerveza oscura: al fondo suena vibrante, un trío de sones huastecos.
Me acompaña ella: le platico todo lo anterior y con una sonrosada sonrisa y una carcajada oceánica, manifiesta su asombro por mis quehaceres, bagatelas tan tontas. Soy un escoliasta y como Andrés Salaino amateur nimio, me perderé en las penumbras de las insignificancias: pero seguiré admirando el arte, el cine, la escritura, la imaginación… Juan Heladio Ríos Ortega.
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