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CDMX.- Hoy aplaudimos con todo reconocimiento al asambleísta michoacano Carlos Torres Piña quien declaró con firmeza que su estado no se encuentra en las condiciones adecuadas para que Silvano Aureoles no desarrolle su labor de ejecutivo estatal, haciendo actividades que lejos de favorecer su imagen, desacreditan más su administración tan gris, vaga e incierta que ha tenido, al menos los últimos tres años.
Dicho en sus palabras, “Michoacán atraviesa por una emergencia de ingobernabilidad e inseguridad”, adujo uno de los hombres más cercanos del equipo de transición del gobernador electo, Alfredo Ramírez Bedolla.
Y es que, si algo se le debe considerar a Torres Piña es que fue uno de los principales miembros de la campaña de Bedolla, que conoció a detalle el proceso de la elección al gobierno de Michoacán, por lo cual no es raro que, con documentos en mano, sostenga que es imperante “que el gobernador Silvano Aureoles atienda sus funciones en lugar de seguir luchando por los resultados de una elección legítima que no se anulará”, algo así como señalar que son “puras patadas de ahogado”, diría don Rutilio Vargas Adame, conocido morenista de la capirucha.
Por cierto, la acusación que hace Silvano Aureoles llama la atención pero no tiene pruebas, o al menos no las expuesto claramente; y a primera vista, se ve un hecho tendencioso y con ganas de desprestigiar a Morena, dícese de “golpes bajos electorales”, lo que podría traer consecuencias adversas para el mismo Aureoles en el tema de la calumnia o difamación, por eso es preferible decir: viva la paz!
El cambio para Michoacán ya se ha producido tras el triunfo de Alfredo Ramírez, y seguramente que se habrá de encausar con esfuerzo y dará buenos frutos si todos los michoacanos contribuyen a consolidarlo, dentro del derecho, en el orden y la libertad. No en el desprestigio a quien ganó en las urnas, promoviendo y distrayendo la realidad que vive en este instante Michoacán. / Juan Barrientos Figueroa.
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