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CDMX.- Fui estudiante del IPN. En 1966 el Casco de Santo Tomás fue mi mundo. En el 68 iba en camino a Tlatelolco y por causas fortuitas no estuve ahí. Cuando sucedió lo del Jueves de Corpus en el 71 no me enteré hasta el día siguiente porque estaba en el estudio de grabación con El Ritual. Conforme han transcurrido los años y van apareciendo testimonios de estos episodios me horrorizo cada vez más y me asqueo al entender la clase de gobiernos que hemos tenido y cómo se privilegia la impunidad en todos los órdenes lo cual ha permeado nuestra idiosincracia al grado que ya nadie se interesa porque estos adeudos con la nación sean saldados. Vivir y entender todo esto siendo un adolescente me le llevé al terreno del rock cuando empecé a tocar y componer con Medusa donde en nuestras letras, entre otros temas, plasmamos nuestra rabia e inconformidad con el mundo de los adultos y proponíamos castigo para nuestras autoridades porque era lo justo. Tres meses después de este episodio sucedió el Festival de Avándaro donde desde el escenario tuve una perspectiva visual amplia, por un lado podía apreciar la magnitud de la cantidad de gente joven reunida ahí y por otro lado veía a los soldados semi ocultos, esperando órdenes que nunca llegaron y sentí mucho miedo al entender que podíamos haber caído en una trampa. No nos mataron ahí pero si nos destruyeron la vida paulatinamente, poco a poco en las siguientes décadas al aplastarnos el espíritu conforme fuimos envejeciendo. Y sin embargo sigo esperando que los culpables paguen por lo que hicieron. Mi espíritu lo demanda. / Víctor Moreno, músico mexicano.
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