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La espectacular Olga Breeskin en el anecdotario musical

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CDMX.- Durante la primera sesión de grabación de Medusa en los estudios Super Grabaciones de Cisne Raff en la calle de Campana en mayo de 1973, nos comentaron que debíamos pararle a las seis de la tarde porque a esa hora estaba programada una grabación con Olga Breeskin. Cuando llegó la hora estábamos justamente en la parte más intensa de la mezcla y al ver que ella aún no aparecía, el ingeniero tomó la decisión de continuar hasta donde se pudiera, dependiendo de que la Breeskin llegara. Y así nos dieron las diez de la noche. Prácticamente habíamos terminado y estábamos a punto de retirarnos cuando se abrió la puerta del estudio y se asomó ella preguntando «¿Se puede?» Por supuesto el ingeniero la recibió y ella procedió a disculparse con él por no haber llegado a tiempo y le pidió reagendar la grabación. El año anterior había participado en la película Bikinis y Rock al lado de los grupos Bandido, Peace & Love y El Ritual por lo que evidentemente el rock no le era ajeno. Nos presentaron con ella y pidió escuchar lo que habíamos grabado, nos felicitó y platicó un rato con nosotros. Iba acompañada de dos «secretarios», unos gays jóvenes muy atentos con Toño nuestro guitarrista que hasta lo llevaron a servirle un café en el lobby del estudio. No los culpo porque el Toño si era un cabrón guapo, bien plantado que con su cabello largo y su barba semejaba un cristo de capilla sixtina. El episodio fue muy curado porque él nos buscaba con la mirada pidiendo que lo rescatáramos de los «secretarios» de Olga Breseskin. Y nosotros (Javier y yo), nos dedicamos a platicar con ella por unos minutos. Definitivamente era una mujer muy bella y de presencia impresionante, iba vestida de acuerdo a su personaje con mini falda (de verdad mini) y zapatos de plataforma, porque en una hora más tenía una presentación en la Zona Rosa. Fue muy amable con nosotros y nos trató con familiaridad y confianza. Habiendo hablado lo necesario y dada la hora procedimos a retirarnos y Ernesto el ingeniero nos dio un aventón al metro a bordo de su vochito. Ya en la calle volvimos a toparnos con la muñeca quien se transportaba a bordo de impresionante limusina de color blanco. Así eran las cosas entonces. La vi en un documental aparecido hace unos años y me dio tristeza verla tan venida a menos, no solo en el aspecto económico sino hasta en lo artístico y físico. Después de haber sido una de las figuras más rutilantes del México nocturno en los setenta y ochenta, cayó de la gracia de los productores y se deshicieron de ella y es una lástima porque personajes así no se dan en maceta amén de que como violinista era bastante competente. De este tipo de anécdotas habrá más en el libro que tengo en proceso. / Víctor Moreno, músico mexicano.

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